jueves, 12 de julio de 2018

3, 4 y 5: Números pitagóricos

Tres, cuatro y cinco; Números pitagóricos
Uno de los más grandes. Ciego deslumbrante. En la ciudad sagrada.


Tres de siete.
Ficciones, Narraciones, Jorge Luis Borges.
Una vez, hace muchos años, el poeta Francisco López Rodríguez me dijo que cuando leyó el cuento “Tlön, Ukbar, Orbis Tertius” sintió, más que pensar, que este cuento lo había escrito un loco. Me lo dijo con una actitud de tremenda extrañeza. Casi me parecía que la locura que él creyera encontrar en el cuento se le hubiera contagiado. Alguna vez leí algo parecido que escribió Borges sobre Emmanuel Swedenborg, anotaba que este autor describía con gran racionalidad, incluso con suma inteligencia y con una prosa notable por elegante, pero los objetos descritos sólo podía haberlos visto un loco. Swedenborg habla de los ángeles, de su observación del paraíso, de la vida después de la muerte y también de los seres que habitan sitios que posiblemente llamaríamos infernales. Objetos y seres que no se encuentran en este mundo.
Borges es un escritor así. Él escribe, por ejemplo, sobre un libro infinito, ¡en serio!, un libro que no termina ni empieza jamás y dura eternamente. Nos cuenta sobre aquel hombre que recordaba todo, absolutamente todo lo que percibía. Justifica incontestablemente el porqué Judas es el verdadero mártir en la pasión llamada cristiana y no el mismísimo Jesucristo. Nos cuenta como una secta intenta crear un universo, humildemente, sólo un universo como este en el que vivimos, sólo que ellos lo tratan de hacer en un libro, por supuesto. O bien encuentra un punto en donde es posible ver todos los sitios que existen en este planeta; y eso lo hace en dos cuentos. Nos demuestra que la muerte es un tesoro escondido y que, finalmente, es lo que le da su gran valor a la vida. Un día, cuando es un hombre mayor y ciegose encuentra con un muchacho treinta años menor que él, ¡pero es él mismo! ¡Borges habla consigo mismo en un mutuo sueño de joven y de viejo! Hay un cuento de Borges que parece una broma muy pesada, dice que Pierre Menard es el autor del Quijote, lo cual usa para probar que ese libro es tan nuevo como su autor francés Menard, y tan antiguo como un tal Miguel de Cervantes. Cosas así escribe Borges, quien murió en el año 86 del siglo pasado, pero, como Gardel quien cada año canta mejor, igualmente Borges, cada que lo leemos se supera notablemente. Yo creo que es muy difícil encontrar en la historia mundial de la literatura un escritor más original que Jorge Luis Borges Acevedo.
Borges es inagotable. Sus ensayos destilan sabiduría, erudición y bondad, a pesar de que sus posturas políticas no fueron las más deseables.
Hay frases tremendas en todas las narraciones de este gigante argentino, recordemos unas cuantas: “Los espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el número de los hombres”; “La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió, después de una imperiosa agonía que no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo, noté que las carteleras de fierro de la Plaza Constitución habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios; el hecho me dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella y que ese cambio era el primero de una serie infinita”. “Esta Ciudad (pensé) es tan horrible que su mera existencia y perduración, aunque en el centro de un desierto secreto, contamina el pasado y el porvenir y de algún modo compromete a los astros. Mientras perdure, nadie en el mundo podrá ser valeroso o feliz”.
Borges es un escritor inaudito. Sus fantasías no son ciencia ficción, son imaginaciones extravagantes y siempre debidas a las obsesiones de este autor. Lo fascinante, lo increíble, es que el escritor sostiene las fantasías imposibles a punta de palabras. Borges es tremendamente filosófico. También obsesivo. Hay un pequeño grupo de objetos que sin duda son recurrentes de manera permanente en su obra. El infinito, los libros, el laberinto, el otro que es él mismo.
Suele sentirse, al leer a Borges, que uno está leyendo a un hechicero. El embrujo Borgiano empieza por una gran extrañeza. Este argentino altamente europeizado es un alma extraña. Sus narraciones destilan sabiduría. Él escribe para la inteligencia, para el pasmo, para invitar al lector a la fascinación por las ideas trascendentes incluso esotéricas. Lo dicho, es un mago.
(Un día leí que un escritorzuelo había viajado ex profeso a Ginebra, Suiza, donde está la tumba de Borges, para mearse en ella. Y he leído de otros aspirantes a escribir que han dicho estupideces del estilo. El ciego argentino es inmune a bajezas así que sólo degradan a los de por sí ya miserables a quienes Borges les parece inmodesto o, más bien soberbio: son personas que leyeron, o intentaron leer los cuentos de Borges y no los entendieron, son los insectos de la podredumbre ante el gigante).
Escribir sobre este gran autor no es enchílame otra. Lo supe cuando intenté sacar algo rápido y simple. No, Borges es otra cosa. Por eso me tardé tanto que no terminé en el lapso del tercer día, sino en la madrugada del cuarto día del reto. Pero en fin. Aquí va el tercero de siete. Y convoco a Enrique Ramírez.

En primer plano Sabato. Atrás Allen Gingsberg y Nicanor Parra.

Cuatro de siete.
Sobre héroes y tumbas, Ernesto Sabato.
Leí Sobre héroes y tumbas, por primera vez, quizá como por el año 87. Antes de la página 50 ya había notado que era un platillo demasiado fuerte. La novela es muy dura. Había un personaje terrible y atormentado hasta la más radical esquizofrenia, pero dueño de una inteligencia muy superior. A ese hombre le hacía daño el mundo. Sus más que clarísimas luces le indicaban que este es un mundo atroz, un lugar en el que no exista el perdón y sí la crueldad y los actos despiadados. La novela adquiere una altura sin mesura cuando Sabato (pronúnciese sábato porque la ortografía, nos indicó Sabato, es italiana, sin acentos) introduce el capítulo llamado Informe sobre Ciegos. Desde el epígrafe notamos la espantosa grandeza del texto: “¡Oh, dioses de la noche!¡Oh, dioses de las tinieblas, del incesto y del crimen,de la melancolía y del suicidio!¡Oh, dioses de las ratas y de las cavernas,de los murciélagos, de las cucarachas!¡Oh, violentos, inescrutables dioses del sueño y de la muerte!”.
Y de ahí, que es el clímax, la novela vuela o, sin duda, deberíamos decir penetra hasta la parte más profunda y siniestra de los que formamos esto que llamamos la humanidad― y avanza devastando. Sobre héroes y tumbas” es una gran novela. Es como Shiva el destructor. Sabato considera que en este mundo hay demasiada porquería y, simbólicamente, purifica a tal orbe, condena a morir incendiándose al personaje: la purificación suprema por el fuego.
El escepticismo de Sabato no reconoce nada. Cuestiona, a través de su personaje, incluso a Dios: o bien no existe, o bien es un inepto, o bien es un perverso, o bien es un imbécil; o bien es bueno, pero no tiene el control del universo, o bien fue derrotado por el Diablo antes de los tiempos y es Satanás quien pergeñó este mundo calamitoso y se lo atribuyó al derrotado Dios. La más grande blasfemia jamás pronunciada.
Sabato es una inteligencia privilegiada. Llegó a ser un científico en el ámbito de la física. Los tormentos que padecía su alma lo llevaron a la literatura. Él cree que la literatura está mucho más allá de la diversión, incluso del conocimiento. Considera que la literatura es la más importante actividad para explorar el alma humana. Psicología pura y masiva. Su visión del hombre es dolorosa pero no deja de ser esperanzada, compasiva como quizá ningún artista lo haya manifestado en la historia. Pero también es terrible y siniestra. Sabato sabe que somos entidades demoniacas y que muy capaces somos de autodestruirnos.
Sobre héroes y tumbas, en lo personal, me provocó una depresión de un par de meses. No es exageración. Con esta novela nos duele la humanidad y nos duele el ser humano. También nos hace entender que somos un milagro o millones de ellos. Sus palabras vienen desde un científico que abjuró del conocimiento “cierto” que proclamaba hasta hace muy poco la ciencia. Sabato se refugia en la letra y el arte para desgarrarse, para demostrar que es más valioso el ser sucio, pequeño, contradictorio y hasta mediocre que es el hombre de la calle. Sabato el ácrata, el desesperanzado escéptico, el hombre de la gran inteligencia, el científico, renuncia al mundo purísimo de las matemáticas, de la ciencia, para descender a una literatura que, paradójica, increíblemente, lo coloca en las grandes alturas de la mejor literatura.
Este es el cuarto libro de siete. Y convoco a Jonathan Zavala para que nos diga de dónde ha abrevado para la buena poesía que nos ha dado.

Genio francés


Cinco de siete.
Gargantúa y Pantagruel, François Rabelais.
Hoy recomiendo esta obra que, en realidad, está formada por cinco libros escritos a lo largo de treinta años.
Tengo que decir que Gargantúa y Pantagruel es uno de los libros que más he gozado en mi vida. Es uno de los que me ha hecho pensar que la literatura es una de las más grandes hazañas de la humanidad y además en una de las actividades en las que es posible que un humano se proyecte a planos superiores de la existencia. Una de las circunstancias más impresionantes de Gargantúa… es el hecho de que fue escrito a partir de un cuento medieval muy ingenuo, pero con toda la picardía del pueblo francés (y de todo pueblo que vive y goza o sufre la existencia). La fascinante historia de dos gigantes Gargantúa y Pantagruel, de autor anónimo, fue el punto de partida para que el fraile y médico François Rabelais (pronunciemos fgansuá gabelé), que además era un erudito, un desaforado lector de los clásicos griegos y latinos, conocedor de la herbolaria de su patria, de la historia europea, de la filosofía completa hasta ese momento histórico, de las plantas sagradas de otras latitudes y, en fin, de múltiples saberes del mundo. Es notable que cuando uno lee este libro ―o esta gran saga de cinco libros en uno solo― tenga la impresión de que está leyendo a un contemporáneo. Y al darse cuenta que el libro tiene unos 500 años no cabe más que asombrarse de la inmensa sabiduría del autor. Rabelais se adelantó en muchos sentidos, en muchos ámbitos a su época. Bueno, los surrealistas de cuatro siglos después lo nombraron un miembro de su escuela, el surrealismo.
Pero lo más importante de Gargantúa y Pantagruel son dos cosas, una es el desaforado sentido del humor. El libro nos lleva a punta de risotadas por una serie de aventuras con harta frecuencia disparatadas, monstruosas, cargadas de imaginación, cochinas o escatológicas como dirían los culteranos. La otra es la desmesura en todos sentidos. Este libro es una de las más grandiosas hazañas de lo escrito, un tremendo atrevimiento y la manifestación más absoluta de la libertad de un espíritu demasiado grande. Me impresionó una de las arengas más simples del libro. Hay una parte en donde ocurre una gran guerra, llamada la guerra picrocolina porque el enemigo a vencer era un rey así llamado, Picrólo. En esos combates participa Gargantúa quien se encuentra como estudiante en la abadía de Theleme. Lo muy notable es que para ingresar como monje en esa abadía es que hay que cumplir con todo rigor su única regla, el mandato solitario de este sitio es “Haz lo que quieras”. Para cumplir con el más alto mandato de tal abadía tenías que hacer eso. Lo que quieras. Me pareció que para muchos que conozco eso sería casi como una maldición. Haz lo que quieras es el mandato de que seas libre sin cortapisas, es el mandato supremo del anarquismo, es la responsabilidad extrema, como no hay otra en este mundo. Si haces lo que quieras te responsabilizas con tu propia vida de cada acto realizado en tu existencia. Porque tuviste la libertad de hacerlo o no. Me di cuenta de que eso es terrible, pero más es maravilloso porque implica la suprema libertad y también sus límites. Es decir, la más grande consciencia posible. Y es tan simple. Y jamás lo había pensado. Y siempre había querido hacerlo y muchas veces lo he hecho y he batallado tanto en mi vida por ello. En fin.
El libro tiene miles más de sorpresas. Siempre son risibles. Desde el principio el autor nos advierte en el prólogo que su objetivo no es el de ser didáctico ni sabio ni culterano ni erudito ni soberbio, sino sólo quiere que nos divirtamos, que gocemos y que nos riamos. Pero de pronto nos damos cuenta en la lectura que estamos frente a un monstruo de conocimiento, un auténtico erudito. Más todavía, estamos frente a un hombre de inmensa estatura, un sabio.
Es notable, no menos, que los gigantes no tienen una medida determinada. A veces el autor nos hace imaginarnos a un hombre muy alto. Muy alto, como de 2.5 metros de alto. Pero a veces hay narraciones en donde tiene que tener por lo menos 30 metros de estatura. Y el colmo es que en una ocasión, uno de los personajes, Panurgo, el políglota y loco y desesperado por casarse y también por no casarse, ese va a dar a una circunstancia en que Pantagruel se lo traga. Panurgo se encuentra en un torrente de líquido que llega al aparato digestivo del gigante. ¿Será quizá su estómago? Está a un lado de un gran lago de mierda (sic). Luego echa a andar y encuentra una ciudad y se topa con los habitantes del pueblo. Uno dice no mames, este güey debe medir por lo menos lo suficiente como para que su tamaño sea comparado con un planeta pequeño.
Gargantúa y Pantagruel, faltaba más, fue como todo lo sabio, lo inteligente, lo libre, lo bueno y lo maravilloso prohibido por la iglesia de su tiempo. Rabelais fue amenazado con la hoguera e incluso perseguido cuando se dieron cuenta de que él había escrito el libro. Los doctores de la Sorbona, que ya existía y los jerarcas de la iglesia no podían soportar las justas y carcajeantes burlas que les dedicara Rabelais. Por esta razón, el gran escritor, conocedor de cómo se las gastaban, publicó los dos primeros libros con un seudónimo que no era otro que su propio nombre trucado en un anagrama: “Alcofribas Nasier, extractor de quintaesencia”, se nombró. Con el tiempo y la fama que alcanzó su maravilla de narración, el rey de Francia, Francisco I, protegió a Rabelais y así el autor pudo publicar los siguientes volúmenes de su creación con su propio nombre e incluso incorporar los anteriores.
Gargantúa y Pantagruel se convirtió en un referente de la gran literatura francesa. Sin embargo, el espíritu de esta nación viró en su literatura en otra dirección, ciertamente opuesta a la que marcaba Rabelais. Existió un Michel de Montaigne, no menos grato que Rabelais, pero muy en otro sentido, mucho más racional, mucho más mesurado, sereno y meditativo. A largo plazo, la literatura de ese país adoptó en gran medida el racionalismo de otro gran francés, Renato Descartes y esta obra grandiosa se quedó en un sitio aislado, como una estrella solitaria de la más grande literatura de la historia.
Voy a decir algo que me atraerá condenas e incluso maldiciones. Va: Gargantúa y Pantagruel es una obra muy superior a una obra titulada El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Sin que considere al Quijote una obra menor ni mucho menos, para mi gusto, Gargantúa… acumula valores superiores a los del Quijote. Siento que la novela francesa es mucho más honesta porque resulta menos moralina que el Quijote. Sin embargo, cuando en la española se le van a Cervantes ―porque quién duda que se le fueron―, los actos canallescos del protagonista en su cautiverio en tierras musulmanas, es cuando muestra el rostro verdadero del héroe. En cambio en Gargantúa… no tenemos ese problema. Los gigantes son borrachos siempre, sus mujeres no son bellas y honestas y pudorosas como las de Don Quijote, sino suelen ser locas, putas y borrachas o brujas, cuando llegan a aparecer, porque ciertamente es una novela muy de hombres incluso de machos.
Tengo que anotar que suspendí tantos días las entregas de los siete días de tu vida y siete libros de tu vida porque estaba como ido. Ido de la realidad. Todavía no acabo de aceptar que la izquierda ganó las elecciones. Siento que tengo que decirle a alguien que me haga el favor de pellizcarme. Por momentos no lo puedo creer. Quiero decirles que luego de medio siglo de luchar contra el gobierno, de padecer las atrocidades, los abusos, los robos de toda índole, incluso la persecución y al mismo tiempo ver el gran poder corrupto y corruptor de la gente del poder, derrotarlos parecía imposible. Al mismo tiempo se observaba la dejadez, la desidia de la gente, su aguante que parecía imposible y suicida. Era fácil pensar que jamás los venceríamos o que si lo hacíamos faltaba mucho tiempo. Simplemente recuerdo que gente como Carlos Monsiváis, Rogelio Naranjo, Miguel Ángel Granados Chapa, Julio Scherer García; el inefable Eduardo del Río, Rius. Se nos fueron. Han dejado un país más empobrecido por su ausencia. Pero la grandiosa victoria electoral nos muestra que su obra no fue en vano. Ellos ayudaron a despertar a las consciencias durante toda su vida. En fin. Hoy, por fin, retomo en el quinto libro las recomendaciones porque es un compromiso conmigo mismo y les digo que si las suspendí fue por cumplir compromisos con otras personas y también por la tremenda, la casi insoportable alegría de la gran victoria, emoción que me mantenía pasmado, abrumado e incrédulo. Y convoco a Aydeé Bravo para que nos diga siete de sus autores amados, uno por día. Aunque no lo haga diario, ni se lo tome tan en serio como lo hemos hecho algunos, basta con unas cuantas líneas. Pero que nos comparta sus grandes lecturas.

Atrás corazón de amor, adelante 52 consejos para escribir correctamente, de Eusebio

jueves, 5 de julio de 2018

La victoria inverosímil


La victoria inverosímil

No hay medicina que cure
lo que no cura la felicidad.
Gabriel García Márquez

Pterocles Arenarius

México ha vivido una larga tiranía ―casi centenaria― con un lapso de excepción en el sexenio del general Lázaro Cárdenas. Los gobiernos “emanados de la Revolución” creían que por ello heredaban el derecho de eliminar a sus contrincantes políticos por medio del asesinato. Pero tuvieron la cautela de que, antes de matar, intentaban el soborno, la cooptación, el cochupo o hasta un acuerdo sensato y ventajoso con los disidentes. Luego, los herederos de los regímenes de generalato cuando empezó la licenciadocracia con Miguel Alemán, después del último presidente-general Manuel Ávila Camacho, no perdieron la maña asesina.
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"Dios, Zapata y Jaramillo" decía la canción
López Mateos mandó asesinar ―no lo olvidemos― al líder campesino zapatista Rubén Jaramillo con toda su familia. Luego vendría al gobierno el genocida Gustavo Díaz Ordaz y su sucesor, no menos criminal, Luis Echeverría Álvarez. Primeros mandatarios mexicanos que a la vez eran agentes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA por sus siglas en inglés). Después vino José López Portillo que terminó siendo llamado por el pueblo El Perro Llorón. Le siguió Miguel de la Madrid Hurtado con una hazaña inédita contra los mexicanos: alcanzar una inflación del 5 mil por ciento y una devaluación de mil 500 por ciento. Eran gobiernos que, en los hechos, actuaron como si fueran regímenes de ocupación cuyo trabajo fuera someter a una nación derrotada. Era la dirección de nuestro país al servicio de los gringos, pero tal mando era ejercido por mexicanos desnaturalizados; sátrapas se llamaban en otro momento histórico.
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GDO, LEA, JLP, dieciocho años de desgracia económica y asesinatos

Todo parecía indicar que su misión era llevar al país a tocar fondo. Pero hacían tan bien su trabajo que encontraban profundidades cada vez más abismales.
Pero el que llevó las cosas mucho más allá fue Carlos Salinas de Gortari. Si los anteriores gobiernos mencionados habían sido traidores a México, Salinas se voló la barda, por usar un término beisbolístico que empezará a volverse de moda ya saben por quién. Salinas se jactaba de haber desmantelado la economía mixta al malbaratar miles de empresas propiedad de la nación. Él sería el precursor de la locura neoliberal de entregar en venta de garaje, todos los bienes nacionales mientras se iba depauperando el salario y se instalaba una revolución de los empresarios. En los años 70 si tenías la fortuna de contar con un empleo de salario mínimo y no eras casado con familia te alcanzaba para tener automóvil propio. Hoy el salario mínimo no alcanza para mantener ni a una sola persona.
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Gran saqueador. Demonio del crimen. Jefe de la mafia del poder.
Salinas, un auténtico demonio del crimen, llegó al poder mediante el fraude electoral más grande de la historia nacional hasta aquel momento. Ahí empieza la trayectoria del que en aquellos tiempos era un joven dirigente político que estudiara ciencias políticas acá, en la UNAM, con grandes dificultades, al grado que, como universitario, vivía de gratis en la Casa del Estudiante Tabasqueño y se la pasaba en las más rudas condiciones de estudihambre. Tan la padeció ese chico de nombre Andrés Manuel López Obrador, que, nomás terminar sus estudios, se fue a su tierra a trabajar sin titularse. Y lo haría 15 años después asunto que tanto le reclamaran, incluso de manera enfermiza muchos de sus detractores. Lo cierto es que estudiar en tales condiciones fue un hecho heroico. AMLO fue secretario particular del gran poeta Carlos Pellicer, quien fuera senador de la República, en efecto, por el PRI. (Si yo hubiera tenido la oportunidad de ser secretario del grandioso poeta iguana sin duda habría incidido en el pecado mortal de ser miembro del PRI). La relación entre el poeta y el entonces joven AMLO se debió a que Pellicer gestionara ante el gobernador de aquel estado el sostenimiento económico de la casa del estudiante tabasqueño que le diera posada al joven Peje. De su chamba como asistente de Pellicer debe Andrés Manuel su afiliación al PRI. Después sería director del Instituto Nacional Indigenista de Tabasco. Pronto llegó a ser presidente estatal del PRI en Tabasco. Para 1988, cuando Porfirio Muñoz Ledo y Cuauhtémoc Cárdenas se separan de ese partido, también lo hace López Obrador, de paso se convierte en un joven candidato a la gubernatura tabasqueña. Tenía 35 años.
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Pellicer, iguana; Andrés Manuel, Peje.
De esa época de militancia en su tierra recordamos las dos marchas por la democracia que encabezó contra sendos fraudes electorales y también la fama de que se fue haciendo acreedor por el excelente trabajo que realizara. El Éxodo por la Democracia le costó la gubernatura a Salvador Neme Castillo quien realizara un gran fraude electoral en las elecciones a gobernador de Tabasco contra AMLO.
Después, en 1995, hizo la Caravana por la Democracia cuando Roberto Moretón en la Jeta (alias Madrazo Pintado) le robó una vez más la gubernatura de Tabasco. Esa marcha lo proyectó como un político de dimensión nacional. Así llegó a postularse, en 1994, como candidato a la presidencia del PRD que había nacido en 1989, luego del megafraude de Carlos Salinas de Gortari. Andrés Manuel le ganó esta elección, dentro del PRD, ni más ni menos que al histórico dirigente de la izquierda mexicana Heberto Castillo. Y llegó a dirigir al partido del sol azteca.
Si hay un político que haya vencido adversidades en la historia de México, Andrés Manuel tiene que ser considerado en uno de los primeros lugares.
Desde que lo descalabraron de un macanazo en Tabasco por defender al pueblo contra los abusos y la destrucción que provocaba Pemex, hasta los dos robos electorales cuando fuera candidato a gobernador de su estado, pasando por las dos marchas por la democracia desde Villahermosa hasta el Zócalo del DF, pasando no menos por la negativa para darle registro como precandidato a la Jefatura de Gobierno del DF en el año 2000 hasta el desafuero en 2005, incriminándolo en una falta inexistente con tal de cercenarle sus derechos políticos para que no fuera candidato el año siguiente, 2006, de nefanda memoria por el fraude electoral que dejó chiquito al de Salinas para entronizar en el poder a un sujeto que convirtió al país en una masacre sin límites. Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa, mejor conocido por el acrónimo que forma su nombre de pila con su primer apellido, Fecal, convirtió a México en un lugar en que imperaba el asesinato, la guerra entre sicarios miserables, la ejecución de inocentes por error o por sevicia de los soldados del ejército o policías judiciales, el secuestro, la entronización del crimen organizado para exigir cuotas por “derecho de piso” y la pérdida cada vez mayor del control del territorio nacional por parte del gobierno.
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Carlos Pellicer, poeta. Andrés Manuel, político.
Los desmanes, asesinatos y latrocinios de los priístas de los años 60, 70 y 80 terminaron pareciendo cosas de niños en comparación con las matanzas del sexenio infame de Fecal.
Dos veces le roban la gubernatura de Tabasco, una vez le aplican el desafuero, dos veces le roban la elección presidencial, una vez lo golpea algún anónimo policía tabasqueño y lo deja descalabrado.
Nunca ha habido, desde Francisco I. Madero, un político que haya sido más brutalmente atacado que Andrés Manuel López Obrador”, dijo Carlos Monsiváis en alguno de los momentos de guerra sucia contra AMLO. Considerando su trayectoria podemos ver que muchas más son las derrotas que ha experimentado y soportado y resistido. Eso me recuerda al entrañable general de las derrotas, Santos Degollado, uno de los más grandes próceres de la Guerra de Reforma; derrotado decenas de veces, pero cada batalla perdida lo llevaba a levantar un nuevo ejército y regresar al combate, hasta que un par de victorias definieron esa guerra en favor de los juaristas y fue gracias a tantos enfrentamientos perdidos por este héroe.
No es exagerado decir que así es Andrés Manuel López Obrador. Hoy se levanta con una victoria exagerada. Llegará a la presidencia de la República con la mayor legitimidad que haya tenido un presidente en la historia nacional en la segunda mitad del siglo XX y lo que va del XXI. Parece casi imposible su victoria. Arrinconó al PAN en Guanajuato Puebla está todavía en veremos, pero el Congreso de este estado será con mayoría de Morena y dejó moribundo al PRI que perdió hasta en Atlacomulco, carajo.
La victoria de Andrés Manuel es un fenómeno insólito. Ganar en 30 estados de la República no tiene parangón ni siquiera en los más negros tiempos del partidazo único. Eso es lo que logró López Obrador. El Peje rompió con todo el esquema político nacional. Habrá una reconfiguración radical de la clase política en México. Estoy seguro que no exagero al decir que es un milagro. Tampoco lo hago al anotar que la mayoría de los mexicanos no se da cuenta de lo que está viviendo.
El asunto empieza, digamos, al considerar que Andrés Manuel hace la estratagema de Juanito, aquel triste borrachín que AMLO usó para que Los Chuchos, esa pandilla que se apropió del PRD, no le robaran la candidatura a la Delegación Iztapalapa a Clara Brugada. Gracias al apoyo de AMLO ganó Juanito, pero panistas, priístas y perredichuchistas fueron y le calentaron la cabeza al llamado Juanito y el señor ya no quería renunciar al cargo, como lo había prometido y era condición para ponerlo como candidato. Ahí intervino Marcelo Ebrard, entonces jefe de Gobierno del DF y… algo pasó: Juanito llegó a la oficina de Ebrard y habló con la prensa muy seguro de sí mismo, muy propio él. Pero cuando salió estaba pálido y tembloroso. Algo le dijo Ebrard que lo puso así, Juanito en ese momento aseguró que ya había renunciado al cargo que ganara legalmente en elecciones y ya había declinado en favor de Clara Brugada. Así se salió con la suya Andrés Manuel.

Entonces el senador perredista René Arce y otros exigieron que AMLO fuera expulsado del PRD con la condición de que si no lo hacían ellos renunciarían al partido. Los chuchos, sabedores de que no podían expulsar a Andrés Manuel, se hicieron de la vista gorda ante la amenaza y Rene Arce se fue del partido. Intentó crear un nuevo partido, pero comprobó que se necesita muchísimo más que lo que él acumula de capital político para hacerlo. Hoy milita en segunda fila de un membrete político llamado Panal.
Los Chuchos, un grupillo de políticos de la peor ralea, apropiados del PRD condujeron al partido a todo tipo de pequeñas y grandes transas, cochupos, componendas y raterías. El Peje los abandonó y se aplicó a la tarea como si fuera enchílame otrade fundar un partido político nacional. Realizar al menos 20 asambleas constitutivas estatales con un mínimo de algunos miles de afiliados, todo ante notario público. Y también algunos cientos de asambleas municipales en que se demostrara bajo declaración de fedatario oficial, que había habido un número de cientos de afiliados. Lo han intentado una y otra vez en décadas. Sólo dos personajes han conseguido la hazaña. Heberto Castillo que en los años 70 fundó el Partido Mexicano de los Trabajadores (que luego se fusionó con el PSUM para formar el PMS que luego del fraude salinista del año 88 se convirtió en el PRD) y el otro es Andrés Manuel López Obrador. Fundó el partido Movimiento de Regeneración Nacional, Morena en acrónimo, partido con reminiscencias de la más recalcitrante fe guadalupana, pero también, cómo no, la tradición atea y anarcosindicalista de los heroicos hermanos Ricardo, Jesús y Enrique Flores Magón, creadores del periódico Regeneración, tabloide que combatió la tiranía porfiriana y fue difusor de las más avanzadas ideas políticas y sociales, además, precursor de la Revolución Mexicana. Por supuesto, el periódico oficial de Morena se llama Regeneración.
Está bien, aunque sea medio raro, incluso chusco y hasta oportunista incluir conceptualmente así un tanto clandestinamente a la Morenita del Tepeyac al lado de los más indomables anarquistas ateos. Lo increíble es que en tres años Morena se haya levantado desde la inexistencia hasta la victoria más total de los últimos tiempos para hacerse de la presidencia de la República.
Luego de los fraudes electorales de 1988, 2006 y 2012, parecía imposible que la izquierda llegara al supremo poder de la nación. ¿Por qué esta vez no intentaron un gran fraude, total, que diferencia hay entre tres o cuatro grandes fraudes electorales?
Hay varias razones.
Una. El gran fraude se intentó. Pero por muy grande que se haga, el cochupo electoral no alcanza para robarse más allá de 4 o 5 millones de votos. Entonces, la estrategia era tener a un candidato que pudiera acercarse hasta 8 o 10 puntos porcentuales a López Obrador que son equivalentes a aquellos 4 o 5 millones de votos. El robo de votos, aunque ha venido siendo cada vez más novedoso, está limitado. Existen cinco o seis trucos para robarse los votos y no es tan sencillo aplicarlos. Para hacerlo se requiere, asimismo, una estructura humana muy bien entrenada, bien pagada, experimentada y dispuesta a la violencia dado caso. La tiene el PRI, pero no para alcanzar más allá, insisto, de cinco millones de votos.
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1 de julio 2018. Juego perfecto.
Dos. El desprestigio del régimen de Enrique Peña Nieto es abrumador. Si a los mexicanos les ofrecieran votar por el diablo antes que por EPN, casi seguramente lo habrían aceptado. Una buena cantidad de los votos por AMLO son, en realidad, contra EPN, contra lo que este presidente más demostrara odiar. Henry Monster, como le dice Brozo, llegó a la presidencia con un déficit intelectual absolutamente asombroso. Quizá esté enfermo, como se ha dicho, sólo eso explicaría su increíble ineptitud, su ignorancia, su franca estupidez. Eso por una parte, por otra está su astucia. Tantos años en el gobierno toda su vida, de hechosi no le dieron conocimiento y mucho menos inteligencia, sí lo volvieron mañoso y ratero. Su voracidad fue ejemplo entre los gobernadores y de 20 de ellos, hay siete prófugos de la ley, cinco en la cárcel y el resto incriminados por robo al erario. Este gobierno fue una feria del saqueo y del crimen. Hubo asesinatos masivos al menos en Tanhuato, Tlatlaya, Apatzingán, Nochixtlán y el crimen que conmovió a México fue el de la desaparición forzada de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Tal parecía que el plan de gobierno de Peña Nieto era el robo al erario hasta su agotamiento. La mentira sistemática y la eliminación de sus contrincantes por asesinato directo, por desaparición forzada, por cese laboral o por prisión con cargos falsos. El desprestigio del régimen se extendió a todos sus aliados. El PRI se encargó de corromper todo lo que tocara y la gente se dio cuenta de eso. Los insultantes salarios de toda la clase política provocaron la ira del ciudadano. Andrés Manuel olió la oportunidad y de los dineros que recibe su partido Morena por prerrogativas, entrega la mitad para sostener cuatro universidades que fundó en los lugares en donde triunfó el partido en 2015. Y ni siquiera tuvieron que publicitarlo ni mucho menos hacer alharaca. El mensaje del voto es claro: la gente odia a una clase política parasitaria e inepta.
Los poetas y el diablo

En algún momento, AMLO ganó un millón de pesos por regalías de uno de sus libros. Y donó la mitad para los damnificados. Es casi común ver fotos del Peje comiendo en fonditas a veces muy humildes o acaso normales, como las que visitamos los simples mortales. Y no es propaganda. Todo eso lo ha ido sabiendo la gente. Suele llamarse populismo. Pues sí, es populismo. Pero ¿por qué no lo hacen los demás? Por una razón muy sencilla, porque no están acostumbrados a ese nivel de vida.
Tres. AMLO organizó un equipo que ha terminado siendo un verdadero trabuco. Agarró gente de la derecha como Germán Martínez Cázares, un duro derechista ex panista; Gabriela Cuevas, presidenta del parlamento mundial; del PRI, como Napoleón Gómez Urrutia, hijo del líder charro del mismo nombre, pero que se reivindicó al defender por más de una década ya a los mineros de Pasta de Conchos. Del movimiento social, como Nestora Salgado, una admirable mujer que fue líder de las policías comunitarias de Guerrero; José Manuel Mireles, líder de las autodefensas michoacanas contra el narco; Tatiana Clouthier, ex panista y gran lideresa; Yeidckol Polevnski, ex presidenta de la Canacintra; la senadora Layda Sansores, hija de un ex presidente del PRI; Gerardo Fernández Noroña, uno de los diputados más valientes que ha visto la cámara respectiva. Claudia Sheinbaun, una científica que participó en la comisión que ganó el Premio Nobel de Física. Y hasta su propia esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, escritora, doctora en letras, cantante. Como en el concepto de Morena que incluye a la virgencita y a los Flores Magón, también la organización demuestra que cabe de todo. Y hasta el momento, parece que para bien.
Cuatro. Un elemento importante de la coyuntura fue el hecho de que el presidente gringo Donald Trump tiene como principal objetivo y promesa para sus electoresevitar que más mexicanos se introduzcan en su país. Sin que se hayan puesto de acuerdo ni mucho menos dialogado, las señales son claras. Trump desea que no pasen más mexicanos a su país. AMLO también. Los gringos no intervinieron para que ganara el candidato de lo que se llama PRIANRD. Dejaron al régimen a que jugara con lo que tenía contra AMLO. Y lo que tenían era realmente muy poco.
Andrés Manuel llegará a la presidencia con un amplio margen de maniobra, con mayoría en las dos cámaras y con una legitimidad de más de la mitad del electorado además de 19 legislaturas estatales, por si quiere cambiar la constitución, lo que requiere dos tercios de la aprobación en los congresos locales: lo tiene.
Cinco. La popularidad de AMLO ha ido in crescendo. La gente terminó por darse cuenta que sí es un hombre que vive con un salario relativamente parco, que no es corrupto lo que han reconocido hasta sus enemigos―. Que sí hizo un gobierno de excelencia en la Ciudad de México entre 2000 y 2005 y que su discurso es sincero. Ha dicho que quiere ser uno de los mejores presidentes de México. Intenta parangonarse, Dios del cielo, con Benito Juárez, con Francisco I. Madero, con Lázaro Cárdenas. Sí es muy ambicioso. Pero en buen plan. Es la antítesis de Salinas, el demonio.
Finalmente, este fenómeno inverosímil, esta victoria gigantesca es, en realidad, una revolución. También es un castigo del pueblo a un régimen que actuó como si estuviera en los años 60 y que intentó tratar a los ciudadanos como menores de edad o como imbéciles.
La izquierda fue derrotada mundialmente con la caída de la Unión Soviética. Los movimientos políticos organizados que actúan en favor de los pobres están arrinconados. Nos han dicho y es ciertoque Andrés Manuel es un priísta nacionalista. Pues sí, eso es cierto. La izquierda marxista o del ismo que se le quiera dar está tan diezmada que hoy resiste gracias a un político que, cuando mucho, será populista socialdemócrata. Pero una cosa es imposible de negar, es bien intencionado.
Y un factor más para la gran victoria fue el de las redes sociales que rompieron el cerco informativo. Hoy las dos televisoras duopólicas de México no sólo no lograron vencer la avalancha informativa, democratizadora de las redes sociales, sino que están en franco declive. ¿Quién que tenga internet y computadora en su casa se conformará con ver lo que a su arbitrio le programe televisa o Tv Azteca? Nadie. Es mucho más entretenido, divertido, excitante, generoso, múltiple, informativo, certero, etc., el internet que el capricho de los dueños de las televisoras.
El mensaje histórico del régimen contra la izquierda era “Si pierdes pierdes y si ganas pierdes. Siempre perderás”. Lo asombroso es que con todas las trampas la victoria izquierdista ocurrió por nocaut en el primer asalto. Fulminante. Es como si al primer golpe el contrincante hubiera sido derribado y en el suelo convulsionara por conmoción cerebral.
Por último, si en Estados Unidos hubiera un consenso de que el Peje fuera peligroso para ellos, sin duda hubieran intervenido de alguna manera, o de muchas, bueno, incluso militarmente, para evitar que llegara al poder. Incluyendo un golpe de estado. Pero no es así. Y la oligarquía mexicana no alcanzó a influir tanto en EU como para convencerlos de que AMLO es peligroso. Y Andrés Manuel se salió con la suya. Al final eso es la política, el uso inteligente, el aprovechamiento de las coyunturas.
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Victoria total, dramático nocaut efectivo.
Finalmente, hay en algunas personas de nuestro país un odio racista y clasista contra el tabasqueño. Lo odian porque no pronuncia las eses, se han atrevido a decir que no habla bien el español y que no es capaz de hilar dos ideas seguidas aparte de que habla muy lento y está muy viejo. Eso es un conjunto de prejuicios a cual más estúpido. Lo que debieran decir en realidad es que no quieren que un prieto con sangre de indio y capaz que hasta de negro dirija el país. Creen que debiera ser un güerito que hable inglés aunque sea ratero y/o estúpido pero que haya sido de buena cuna. Les duele en el alma que un jodido llegue a la presidencia. Son sin duda las más pútridas reminiscencias racistas que no han terminado de irse de México desde la colonia.
Los ciclos sangrientos de México, 1810-1821, con el costo de más de medio millón de muertes. El de 1910-1921, década en que bajó el número de mexicanos en un millón. 2010-¿2021?, se viene dando sin muertes al menos no provocadas desde el movimiento revolucionario. Esto es una revolución que, alabado sea el cielo, llega al poder sin violencia.
Algunos hemos peleado contra el gobierno desde la adolescencia. Hemos sido derrotados una y otra y otra vez. Como Santos Degollado. Esta victoria nos llena de una felicidad que nos ha hecho derramar lágrimas. De pronto no nos atrevemos a creerlo.
Hemos cambiado al mundo. Esto ya no es lo mismo que antes.
Ahora, el tiempo de la transición, es demasiado largo. Son cinco larguísimos meses. ¿Se atreverán a intentar una estupidez? ¿Se pondrán como cuchillito de palo que no corta pero qué bien chinga? ¿Intentarán en este tiempo desprestigiar al ganador? Pues aquí estamos para defenderlo mientras no llegue al poder. Y también cuando llegue y así lo merezca.