miércoles, 7 de julio de 2021

Carta a Ricardo Rocha

Carta a Ricardo Rocha:


Pterocles Arenarius

Te explico, Ricardo Rocha, si se hizo una sección de la mañanera que se llama Quién es quién en las mentiras de la semana, es porque los periodistas son brutalmente mentirosos. Se habían acostumbrado a decir mentiras impunemente, incluso a extorsionar ―como lo hizo López Dóriga con la señora Arámburu-Zavala, como ella denunció―. En el fondo eso era, extorsión. Los Krauze, los Aguilar Camín, al final no eran sino eso, extorsionadores que ponían sus plumas al servicio del poder. Por eso. Para que ya no digan mentiras. O, incluso, dice el presidente, que las sigan diciendo, pero ahora serán exhibidos. Aunque les arda. Aunque dejen de ser el segundo poder, por arriba de los demás, excepto del Ejecutivo, ante el cual se bajaban los pantalones y se empinaban cotidianamente a cambio de muchos millones. Dinerales que perdieron. Como tú comprenderás, Ricardo.

Y aunque te asombres.

Mira, Ricardo, Ventaneando, programa de Paty Chapoy, es un bodrio, una cochinada, una desvergüenza y una de las maneras que han usado desde ese pudridero que es la televisión mexicana (hasta narcotraficantes han sido y si no pregúntales a tus compañeros de Tv Azteca que fueron capturados en Nicaragua y que, si no mal informado estoy, allá siguen, en la cárcel) para prostituir y degradar el buen gusto que podría tener el pueblo mexicano dados los antecedentes de sus verdaderas artes. La televisión intentó apropiarse del gusto popular y, en vez de arte, le dio podredumbre al pueblo, con la finalidad confesa de degradarlo, prostituirlo, como prostíbulos son las televisoras. Pretendes comparar el bodrio llamado Ventaneando con La Mañanera. Bueno, esos son tus parámetros. Es como si un borracho quisiera medir el atole desde su embriaguez. Y todavía pretendes degradarlo más, hasta Laura Bozzo. Es como si un pederasta de esos del PRI, Emilio Gamboa, Mario Marín, gente así, fuera jurado de un concurso de declamación infantil. Qué bajito has llegado, Ricardo.

No, compadre, el presidente no quiere hacer juicios ―y menos sumarísimos― ni aplastamientos de libertades, ni comprar plumas que no le interesan ―como la tuya que vendiste bien―. Y “Quién es quién en las mentiras” ni siquiera es análisis desde ópticas que tú bien conoces. Sólo es señalar a los mentirosos. Si alguien miente se exhibe solo, excepto que oculte su mentira y tenga una cobertura de cómplices ocultándolo, parafraseo a Goebbels. ¿O qué, el presidente no tiene ni el derecho de señalar a los mentirosos? No mames, Ricardo.

Si lo que hace el presidente cada mañanera no es diálogo circular ¿entonces qué es, imbécil? Ahora sí estás mintiendo descaradamente, Ricardo Rocha. Si cualquier periodista chafa, mediocre, mentiroso, se le pone de tú a tú al presidente incluso faltándole al respeto como vemos casi diario, si el martes 6 de julio el mentiroso Jorge Ramos intentó llamar mentiroso al presidente (pero se fue con la cola entre las patas), ¿dónde está el ataque a la libertad de expresión?, ¡no seas mentiroso, R. Rocha!

Y el monopolio de la verdad se lo adjudicaron los medios llamados convencionales. Ustedes dictaban lo que era verdad y lo que no. Nadie se les podía poner en contra porque simplemente lo desaparecían. Todos los políticos les tenían miedo. Los medios pusieron en la presidencia a uno de los peores presidentes que hemos tenido, Enrique Peña Nieto y justificaron los fraudes del criminal Carlos Salinas y la entronización del peor de todos: FeCal, alias, Felipe Calderón.

Ahora bien, según tú la verdad absoluta no existe, pero las mentiras triviales, las noticias falsas que ustedes ―tú, en este artículo pútrido― esparcen no deben tener respuesta, concluyo: quieren libertad de expresar mentiras y además impunidad para que no sean contestadas. ¿Eso? Pues qué mal acostumbrados se quedaron. Es que todo el dinero que ganaban por mentir ya no lo tienen. Y eso es lo que realmente les arde hasta el fondo de su alma. Pero chillen, chilla, Ricardo, si quieres dinero vete a hacer negocios. Si eres informador informa, cabrón mentiroso.

El Universal decidió convertirse en un instrumento de la derecha. Decidió publicar mentiras o verdades sesgadas o a medias para perjudicar sistemáticamente al opositor López Obrador y luego al presidente. Y cuando se le señala como un diario mentiroso chilla y dice que se ataca a la libertad de expresión. Y miente una vez más.

Y te digo quiénes son el hampa del periodismo, aunque no alcancen las líneas y sería más fácil decir quiénes no lo son: Televisa, Tv Azteca, El Universal, Reforma, La Crónica y todos los periódicos impresos, con la salvedad de La Jornada; todas las radiodifusoras quizás con alguna salvedad que no conozco; periodistas que son auténticos sicarios de la información como Joaquín López Dóriga, Carlos Marín, Ricardo Alemán, Ciro Gómez Leyva, Raymundo Rivapalacio, Pablo Hiriart, Carlos Loret de Mola, Víctor Trujillo, José Cárdenas, Adela Micha, las Denisses Maerker y Dresser y hay otros todavía menores si eso es posible: un Pascal, un Jorge Fernández, un Ruiz-Healy. Imposible tanto pudridero. Ésos. El ballet folclórico de la derecha. Todos haciendo nado sincronizado. Y tú, que perdiste la vergüenza, Ricardo, estás incluido.

Y, otra de tus mentiras: que el presidente espía a los periodistas. ¿Para qué, si son tan predecibles, si ya sabemos para dónde van y qué hacen? Ya sabemos que simplemente mienten y calumnian. Dices que el video de Pío López Obrador. A ver, ¿qué prueba ese video?, prueba que recibió dinero. ¿Recibir dinero es delito? Depende por qué se reciba... por ejemplo, vender la pluma no está tipificado como delito y tú lo has hecho y no se te ha perseguido. Si acusas a Pío, pues prueba que cometió un delito, imbécil. Si no lo haces entonces estás calumniando, mintiendo, es decir, estás haciendo lo contrario que un verdadero periodista. Si acusas a la prima del presidente, sigues mintiendo. Los contratos se le retiraron a pesar de que legalmente podía recibirlos, incluso la perjudicaron porque no violaba la ley. Y no te cansas de mentir, hablas de crímenes y corrupción en el círculo cercano del presidente. Pero ni siquiera dices quiénes o qué hechos. Mentiroso. Hablas de ¡50 mil mentiras! del presidente. Ya no sólo mientes, te estás volviendo loco, como Ricardo Alemán. Lo siento por ti.

Lo encaraste... y fracasaste, Ricardo. Recibiste contratos de Peña Nieto, eso ni tú lo puedes negar. Ese señor que todo lo que tocó lo convirtió en transas, en robos. ¿Contigo todo fue derecho? Híjole, pues permíteme dudarlo o aunque no me lo permitas. ¿Y para qué querría el presidente dialogar contigo en lo oscurito ―discreta, sinceramente de buena fe, dices―, eso suena a pretensión de contubernio a cochupo acá entre nos. Pues no, señor. Con mi presidente sí se vale decir “El rey va desnudo”, porque en las Mañaneras todos van desnudos. Y se chingan. Puedes seguir esperando... como Silvano...

¿El presidente furioso? Pues mientes, de nuevo. No he visto en los últimos años a un hombre más feliz, sereno y sonriente que Andrés Manuel. Tranquilo, hasta cuando un puercote del imperio llamado Jorge Ramos vino a ofenderlo. Con pasmosa serenidad, tranquilo, le dijo “Lamento que un periodista como tú estés mal informado”. O quizás seas un podrido que quiere calumniarnos, mentir en nuestra cara. Y el sujeto se fue con la cola entre las patas, como tú también, con todo tu ardor.

El presidente no quiso estrangular a nadie, simplemente les quitó el dinero que recibían en exceso a modo de extorsión encubierta: “Hablo bien del gobierno y éste me llena de billetes”.

El debate lo tienen perdido porque mienten. Desde el ardor del fundillo y sin fundamentos no pueden ganar ningún debate porque, además, “la victoria de la reacción es moralmente imposible”.