jueves, 26 de marzo de 2020

Una adolescente talentosa y una escuela mediocre

Las hazañas insólitas de Zoe


Pterocles Arenarius

Para ingresar a la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, los jovencitos ―de 18 años o si acaso de 19 o 20― tienen que competir, ferozmente, por supuesto, entre sí para aprobar un criminal examen de admisión (luego llamado Examen de Evaluación) para conseguir un lugar en la mejor universidad de nuestro país y de Latinoamérica. La universidad que se encarga de realizar algo así como el 60 por ciento de toda la investigación científica que realiza México.
Y lo llamo criminal examen de admisión porque se inscriben unos 150 mil muchachos y son aceptados alrededor de 15 mil. Uno de cada diez, en números redondos. Las tensiones a que se ven sometidos estos adolescentes son terribles. Ellos saben que lo más seguro es que no logren entrar, que van a competir contra todos los demás y que no hay piedad. He oído decir, a una chica entrevistada en televisión, que ella había intentado en cinco ocasiones ser aceptada en la UNAM... y nunca lo había logrado. La muchacha había perdido, al menos, dos años y medio de su vida siendo siempre ―diría sistemáticamente― rechazada por la UNAM. Para un adolescente esto es atroz. Ahí van en juego sus estudios, el dinero que sus padres han invertido en ellos a lo largo de toda su vida, su posibilidad de lo que suelen llamar el “éxito en la vida”, la primera confrontación con el espantoso mundo real en que les ha tocado vivir con décadas de gobiernos rateros y (dos) espurios (Salinas y Borolas). Ahí ven los chicos la primera y despiadada prueba a que los somete una nación cuyos gobiernos ―de 1968 hasta 2018 o incluso desde antes― terminó convertido en el peor enemigo de sus ciudadanos.
Es una atrocidad someter a un chiquillo de 18 a semejante prueba brutal: poner en juego todo lo que ha hecho en su existencia, es decir, a jugarse la vida en un maldito examen que imponen unos burócratas gordos, ignorantes y, con frecuencia, añoradores de los regímenes ladrones que estuvieron muy cerca de destruir a nuestro país.
Pues vino Zoe a presentar examen de admisión a la UNAM. Bien, contemos toda la historia. En mayo de 2019 estuvo en la Ciudad de México para intentar su ingreso a la carrera de Física en la llamada Máxima Casa de Estudios de México, la UNAM. Previamente Zoe llevó a cabo una singular hazaña. Y va de historia...

Estudió en la Preparatoria Oficial de la Universidad Autónoma de Guanajuato, en Guanajuato Capital. Para entrar a esa escuela consiguió su lugar en otro no menos siniestro examen de admisión. Tengo que reconocer que Zoe no es exactamente un ejemplo de orden. Su afición a las redes sociales a través del teléfono celular ha sido un vicio, como en todos los jóvenes de su edad. Zoe se dormía muy tarde mirando el celular, charlando con sus amigos, incluso participando en juegos electrónicos. Cuando se iba a la escuela cuya entrada a la primera clase era a las siete de la mañana, frecuentemente iba bien desvelada. Por semejante desorden descuidó los estudios. Así reprobó matemáticas de tercer semestre. Luego presentó el examen extraordinario y volvió a reprobar. Continuó su cuarto semestre y sus calificaciones eran las adecuadas para que siguiera avanzando, pero debía matemáticas de tercer semestre. Volvió a presentarlo sin prepararse bien. Y volvieron a reprobarla. Cuando ya iba a entrar a sexto semestre lo presentó como su última oportunidad, porque el (estúpido... estupidísimo) reglamento de la escuela estipula que si un estudiante reprueba una materia tres veces queda automáticamente expulsado. Zoe se tomó las cosas con insuficiente seriedad. ¡Estaba en la tablita!, y no se aplicó como debiera. Y la reprobaron por tercera vez. Y la expulsaron de la escuela.
Me imagino el choque que es esto para un chamaco de 16 o 17 años. El reglamento (propio de fascistas hijos de perra) es la mejor invitación a crear enemigos eternos de la escuela, del conocimiento, de la ciencia en general y de la Prepa Oficial en particular. Me gustaría conocer los testimonios de los alumnos que han sufrido el oprobio de ser expulsados de esa escuela. ¿No se dan cuenta los “expertos en educación”, los funcionaretes que dirigen las escuelas que eso es un crimen contra un ser humano que todavía no está terminado de formar? ¿No entenderán que mutilar así de bestialmente los anhelos de un casi niño es una especie de crimen? Pues eso hicieron con Zoe estos malditos. ¿No se darán cuenta de que un joven de esa edad en medio de un país que se venía despedazando por la corrupción, por el deterioro constante del nivel de vida, por la miseria y por el avance del crimen organizado, al dejarlo sin escuela a esa edad lo están echando a la perdición, a que se una a la delincuencia? ¿Qué hará una familia humilde con su hijo, demasiado chico para trabajar, pero demasiado grande para estar en la casa rascándose el ombligo? Un adolescente sin educación es un monstruoso desperdicio. ¿No se dan cuenta?


Zoe y David, hace pocos años  


Malditos sean. Quienes sean.
No tienen idea de cuanto daño han hecho. Y siguen.

Pero Zoe está hecha de otra pasta.
Se puso a estudiar por su cuenta. Se compró libros. Se consiguió los planes de estudio de la Prepa Abierta, se preparó sola, sin maestros, sin asistir a escuela alguna. Me dijo que buscaba tutoriales de cada materia en internet y así fue presentando los exámenes de las asignaturas que le faltaban para terminar toda la prepa. Cuando fue el examen de admisión para la UNAM en 2019 se postuló como aspirante a ingresar a la UNAM en la carrera de Física. (Como aprendió matemáticas ella solita descubrió algo que está vedado a la gran mayoría de las personas: el placer de la inteligencia, el sublime placer del conocimiento en uno de los temas más abstrusos, el más temido por todos los estudiantes y por todo el mundo, el sublime deleite de saber matemáticas superiores, de desentrañarlas, de aprehenderlas, de crear en sí el rigor de pensamiento que exige ésta que es, sin duda, la reina de las ciencias). Estudié con ella. Desgraciadamente no pude estar el tiempo suficiente para prepararla debidamente. Y me la reprobaron en el examen de admisión de la UNAM. Era mayo de 2019.


La descendencia

Pero Zoe no es de las que se derrotan por un estúpido, estupidísimo examen de admisión. Como yo, su papá, no podía ir el tiempo suficiente para prepararla para el examen, se puso a estudiar, sí, otra vez, por su cuenta. Se inscribió en una escuela privada ―consiguió una promoción de tal manera que le cobraron sólo la mitad por el curso de preparación para el examen de la UNAM―. Se puso a trabajar para pagar su curso. Y se aplicó a ir tres veces por semana a León, que es donde tomaba este propedéutico. Entre paréntesis, se hizo muy amiga del empresario y director de esa escuela, el hombre le tomó mucha estimación a Zoe porque notó su inteligencia y su tesón, sus grandes esfuerzos para estudiar. Y así se preparó para un nuevo examen (criminal) postulándose como aspirante a la carrera (luego de revisar las currículas decidió cambiarse) de Matemáticas. Y vino nuevamente a la Ciudad de México. Presentó el (criminal) examen de admisión y ganó un lugar en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México para estudiar la licenciatura en Matemática.


Con la mamá en Bellas Artes

Hay que anotar dos hazañas descomunales de esta muchachita que por estos días acaba de cumplir los 19. Una: que a tan precoz edad se está convirtiendo en una escritora de muy buen calibre. Ya para este momento ha participado en el Encuentro Internacional de Escritores de Salvatierra por dos años consecutivos. Y anotemos que en el 2019 no participamos. Es decir, a los 16 leyó por primera vez en ese acto de cultura, uno de los más importantes del estado de Guanajuato. Zoe ha leído mucho en su vida; ella aprendió a leer como a los cuatro años de edad, si no es que antes. Es difícil que alguien de su edad haya leído tanta literatura como lo ha hecho ella. Escribió un cuento memorable titulado 1968 es hoy. Una narración que conmemora los 50 años de la gesta histórica de aquel año, suceso que terminó con el asesinato de cientos o quizá miles de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco. La gran sensibilidad de Zoe, junto con su dominio más que aceptable de su idioma y su sentido de la estructura de una narración ―en buena medida intuitiva, pero gracias a sus vastas lecturas― le permitieron crear un cuento que llega a cimbrar las entrañas de los lectores. Ese cuento lo publicó en la antología Flores para el no olvido (Homenaje a las mujeres del 68), que editó el Colectivo de Mujeres en el Arte, Comuarte, en 2018. Antes el mismo cuento fue publicado en la memoria del Encuentro Internacional de Escritores de Salvatierra correspondiente al año de 2017. También se publicó en la recopilación de trabajos del taller de creación literaria Tipheret, El material de la escritura, también del 2018. Asimismo se publicó en la Antología de Lecturas para Preparatorianos que hizo en 2018 la Editorial Eterno Femenino Ediciones. Conviene anotar que el cuento es, de alguna manera, un homenaje a su tía Ana Ignacia Rodríguez Márquez, La Nacha, famosa (y heroica) activista en aquel año y presa política por los siniestros gobiernos del convicto asesino Díaz Ordaz y el no menos criminal Luis Echeverría. El cuento, además, fue inspirado por el profesor Fausto Trejo, otro de los activistas del año glorioso y terrible del 68.


Noemí Eterno Femenino con Zoe
 

Ahora publicó un magnífico cuento que se llama Nunca todo fue tan tuyo. En la antología Murmullo de sirenas recopilada también por Comuarte para su edición en este 2020. Igualmente ha participado en varias lecturas tanto en Guanajuato como acá en Ciudad de México, la última en el Palacio de Bellas Artes, en la presentación de la mencionada antología Murmullo de sirenas que le recopiló su cuento. Es decir, a sus 19, Zoe es una escritora.


Hermosos míos

La otra gran hazaña de Zoe es que cuando la corrieron de la escuela preparatoria oficial de Guanajuato ella se puso a aprender matemáticas por su cuenta. Y las aprendió. Y las aprendió mejor que muchos de los estudiantes de Guanajuato y de cualquier otro estado. Porque ella, sin maestro, terminó sus estudios de prepa y aprobó con alta calificación el (criminal) examen de admisión en la UNAM; no hay otra manera de ser aceptado. De hecho casi todos pasan el examen, pero la UNAM sólo acepta a las mejores calificaciones, hasta donde tengan cupo. Así es el crimen que se ha venido cometiendo contra la educación en México. Zoe es la privilegiada entre diez jovencitos, nueve de los cuales lamentablemente fueron rechazados por la UNAM. ¿Qué van a hacer ahora esos chicos? A sufrir la maldición del sistema que los condena a ser ninis y también los señala por eso.


Mi niña en Bellas Artes

Le he contado a Zoe que yo no había conocido en persona a nadie que aprendiera matemáticas tan avanzadas ―geometría analítica, cálculo diferencial y cálculo integral― sin maestro. Y más bien he conocido a miles que no las aprenden ni con los mejores maestros (he enseñado matemáticas por unos 30 años más o menos). Bueno, la gran mayoría de los que estudian no tienen idea qué es eso y si acaso conocen de nombre las temibles ramas de la matemática... Sabemos que las carreras universitarias que no requieren, supuesta o realmente, conocimientos en matemáticas son las que más se saturan. Porque todo el mundo le tiene terror a esta ciencia. Zoe las aprendió sin que nadie le enseñara. Sé que Isaac Newton aprendió matemáticas así, sin que nadie le enseñara. Nada más que Newton es uno de los genios científicos más grandes de la historia de la humanidad.


Debut en el añejo palacio

Me siento brutalmente satisfecho y el orgullo que me provoca la inteligencia, la perseverancia y, al fin, los logros de Zoe son un inmenso regalo de la vida. Aunque ahora vienen tiempos duros para ella. Estudiar matemáticas en la UNAM no es cualquier cosa. Tendrá que superarse a sí misma. Tendrá que continuar el camino de grandes hazañas que ya empezó.
Por último quiero preguntarme, ¿quién fue el inepto, o los ineptos, los buenosparanada, los imbéciles, los negligentes burros autonombrados profesores que determinaron que Zoe merecía ser expulsada de la Prepa Oficial de Guanajuato?
¿No tenían un miligramo de criterio para discernir ante quién estaban?
Quiero ver si tienen un solo estudiante de su escuela que sea un autor literario publicado.


Zoe y panorámica

Quiero ver si uno solo de sus alumnos es capaz de aprender matemáticas superiores por sus propios medios. Y también me gustaría saber cuántos de ahí se han ganado su lugar en la UNAM. ¿Alguno de sus miles de egresados ha acumulado tres hazañas similares?


Con Noemí los hermosos


Zoe es demasiada inteligencia para esa escuelilla.

La Preparatoria Oficial de Guanajuato se perdió el honor de contar como egresada de sus aulas a una brillante escritora y una estudiante que terminó su prepa, por su voluntad y su inteligencia, en el sistema abierto y no en esa escuela.


Zoeta poeta

Espero que les dé tantita vergüenza, pero no creo, los burócratas, los chambistas, los mediocres es lo primero que pierden, la dignidad y la vergüenza. Si hubieran tenido tantito así de empatía, de sabiduría de maestros, ¡de pedagogía y de un mínimo de sentido común, carajo!, no hubieran expulsado a Zoe. Se habrían ahorrado las vergüenzas anotadas y a mí la rabia que guardé en estos años. Pero ahora, por mi derecho se la estampo en la jeta.
Zoe hará una brillante carrera en la reina de las ciencias. Y también será una gran escritora. Y no será gracias a la Prepa Oficial, sino a pesar de ella. Qué triste que esa escuela haya sido un obstáculo a vencer y no la ayuda, el estímulo. ¿Cuántos adolescentes más habrán sufrido la estupidez del reglamento y la falta de visión, de profesionalismo de quienes lo aplican?

Zoe y los triunfos

viernes, 20 de marzo de 2020

La descendencia

Los amados


Pterocles Arenarius

En el año 85 del siglo pasado nació Violeta Ortega Navarrete. Es una muchacha bellísima y extraordinariamente talentosa. Violeta me enseñó una parte imprescindible de la vida, sin la cual es imposible transitar por este planeta: el lado femenino del mundo. Lo hizo siendo una criatura de tres años. (Ocurre que un día Violeta me pidió que jugáramos con sus muñecas. Bueno, pues qué otra cosa podía hacer. Me dijo algo así: tú eres Mariquita y yo soy Violetón. Y empezamos a jugar. ¡Yo era Mariquita?, Dios de los cielos. Tenía que interpretar a Mariquita y hacerlo bien, es decir, de manera que fuese creíble, aceptable para mi niña. Es estúpido me dije estúpidamente. Pero también alcancé a pensar que si no soy capaz de convertirme en una niña no merezco el amor de una niña, de mi niña. Parece estúpido pero tuve que vencerme a mí mismo para hacer a un lado los prejuicios ¿de macho?, no sé, pero jugué siendo Mariquita con mi niña Violetón a las muñecas y ella estuvo contenta). La trascendencia de lo que me dio Violeta quedó convertido en un artículo que publiqué en el periódico Correo de Guanajuato quizá en el año 2003. Violeta es hoy maestra de artes plásticas, casi licenciada en letras hispánicas (tiene que terminar unas cuantas materias y titularse, culminar una brillantísima carrera universitaria que ha hecho en las letras); autora, además, de pinturas ambiguas por su candor y sus cualidades tremendas y hasta siniestras a veces, autora de algunos cuentos, hoy dedicada al tejido y al diseño textil en su búsqueda plástica aunque también a la promoción cultural, junto con su prima Kristell Henry, impulsan la creación de Islera, un espacio de arte y cultura en el corazón del barrio de La Merced. Las fotos en donde aparece Violeta fueron del acto inauguratorio de Islera. Un orgullo tremendo ser el papá de semejante mujerón.
La imagen puede contener: 2 personas, incluido Pterocles Arenarius, barba
Violeta
Con Violeta en el bar Acapulco
Violeta amada
Violetón

Violeta en Islera, su galería

 
Violeta, la bella

Luego Zoe Ortega Velazqueza. Mi Zoe nació en el 2001. A ella de igual manera escribí un artículo que igual, se publicó en aquel periódico de Guanajuato. En aquellos años ―¿2003, 2004?― el poeta Daniel Silva era un jovencito que estudiaba en la UG. Recuerdo que Daniel me buscó y me dijo cosas impresionantes de aquel artículo dedicado a Zoe. Creo recordar que me dijo que esa lectura había afectado su visión, su relación con las mujeres. Hoy mi niña Zoe ha venido revelándose como autora literaria. Escribe unos cuentos tremendos, dolorosos, rebeldes. Lo que escribe mi niña (tiene 19, pero, igual que a Violeta, a veces la llamo mi niña, como buen viejo que ya soy), decía, lo que escribe Zoe escuece hasta las entrañas. Hace unos meses subí a mi blog pterocles-arenarius.blogspot.com, un artículo que llamé La estética de la hecatombe, en el que identifico modos de estar en la literatura como ―lamentablemente mi niña tiene el modo de caminar de su papá― tantas cosas de mí se recuerdan al observar a Zoe. Esta muchacha bellísima es muy desconcertante, con una inteligencia privilegiada que se ha venido manifestando en su pasión por la matemática. Ha llegado al hecho asombroso de aprender geometría analítica y cálculo diferencial e integral ¡ella sola!, sin maestro. Lo que es una enorme hazaña intelectual. Yo no he conocido personalmente a nadie en mi vida que haya aprendido matemáticas de tal nivel, ni siquiera de uno más modesto, sin maestro. En la biografía de Isaac Newton leí que él lo hizo. Pero ese hombre ha sido quizá el genio matemático más grande de la historia de la humanidad. Zoe no se da cuenta de lo que hizo al aprender tal ciencia por sus propios medios. Pronto publicará su propio libro de cuentos porque ya ha publicado algunos en varias antologías de narradores. En esta serie de fotos vemos a Zoe en la lectura en el mero Palacio de Bellas Artes a que fue invitada por la asociación de escritoras ―y mujeres artistas en general― llamada Comuarte.
Zoe y pergaminos

Zoe con el libro en que escribió

Mis amados con Noemí

Zoeta-Poeta

Zoe en Bellas Artes

Mis dos amores

Nos acompaña Noemí Eterno Femenino

Zoe con mamá


Pterocles y sucesores

Uno más de los que aparecen en esta serie de fotos es David. Este joven es hermoso, impresionante de belleza masculina. Es un chico que nació con una estrella que refulge en su frente. Su mamá le dice el Rey David. Ha sido inverosímilmente fuerte desde que era muy pequeño. Su nombre es debido a un gran amigo gringo Deivid Richards, escritor norteamericano y, entiendo, uno de los más importantes críticos teatrales de aquel país. Él vivió en Guanajuato y que se hizo mi gran amigo, tanto que ―puesto que en el año 2002 en que nació David― pasábamos por una leve crisis económica, Deivid Richards cooperó con algún dinero para pagar el hospital en que atendieron del parto a la mamá de David cuando lo trajo a este planeta. Aunque esa no fue de ninguna manera la razón por la que le pusimos David a nuestro niño. Se llamó así porque decidimos hacerle a Deivid un pequeño homenaje que consistió en ponerle su nombre a nuestro hijo. Deivid estaba inocultable y desmedidamente contento de que mi niño se llamara David, como él, aunque se pronuncie diferente. Dijimos que era su padrino. Aunque aquí conviene hacer una aclaración, ni Zoe ni David están bautizados porque la mamá de ellos, aunque sí cree en dios, no le tiene fe a la iglesia católica. Yo no puedo decir que no crea en dios o, dado caso, pienso en el dios de Spinoza que es el mismo de Einstein y también, aproximadamente, el de Carl Sagan. En un dios como el de ellos pues sí creo, pero semejante deidad no impone ninguna clase de bautismo. David es un ser humano que se siente ―y en realidad lo está, en parte porque así lo siente y en función de eso actúa― por encima de las circunstancias, incluso de la gente. Es una persona que no se preocupa ni más y ni siquiera menos de lo que hace todo el mundo ante los avatares existenciales. Él ve pasar al universo desde su pedestal y resuelve sus problemas con el esfuerzo mínimo y la actitud más serena. Esta manera de ser llegó a preocuparme pues no es tan difícil confundirla con mera negligencia, abulia ante la vida. Sin embargo, últimamente se ha mostrado asombrosamente interesado en la filosofía, hemos platicado de temas de esta ciencia y se ve incluso apasionado, conocedor, inquisitivo, curioso. Lo cual es muy satisfactorio. David también fue en su momento motivo de mis textos periodísticos. Hace muchos años, su padrino mágico, como el solía decirle cuando era niño, Deivid Richards, me hizo el reto de que escribiera una “carta a mi hijo”. El desafío se aceptó y publiqué en el susodicho diario Correo un texto para David. Deivid, nuestro querido gringo leyó el texto y se conmovió. Estuvo ausente de Guanajuato varios meses. Cuando regresó me dijo que había depositado la carta a David en una caja de seguridad de un banco de Nueva York con la instrucción de que le fuera entregada a mi David cuando cumpliera 21 años. Eso ocurrirá en el próximo 25 de julio de 2023.
En la serie de fotos también se encuentra Aracely Velázquez, la mamá de Zoe y David. La admirable Chely, gran empresaria admirada y también envidiada en el pueblo chico e infierno grande que es la ciudad de Guanajuato. Una mujer extraordinaria, ex presidente de Canirac Guanajuato, impulsora y sostenedora del mejor negocio de café y crepas de la ciudad y madre ejemplar de Zoe, David y Leonardo, este joven es hijo del anterior matrimonio de Chely: mi querido amigo y excelente pintor Magdiel Pérez. Leonardo es otro artista más en la familia, él del ámbito de la plástica, brillantísimo estudiante universitario y hoy también al frente de una existosa empresa, el Bar Dadá de Guanajuato.
También se encuentra en la serie de fotos Noemí Luna García, mi más importante editora. Ella ha producido mis libros Fiestas, Demoníaca y Cualquiera puede matar. Es decir, casi soy su autor exclusivo. No menos una mujer extraordinaria. Ahí en Bellas Artes se le designó acreedora al premio Coatlicue que Comuarte entrega cada año a una mujer destacada en el territorio de la actividad artística.

David, alias Bono

Jesús Pterocles y Jesús David

Los cuatro en Bellas Artes hace pocos años

El hermoso en su pueblo