Demoníaca
Adrián Román
Si toda
obra es autobiográfica como dice uno de los personajes de Demoníaca, me pregunto ¿Quién es el autor? ¿Cuál de sus torcidos
personajes? Por más que me esfuerzo no puedo ver en mi amigo Chucho o Pterocles
Arenarius, al hombre culto e inocente que se lanza al abismo del amor para capturar
a Sonia. Menos puedo imaginarme a Pterocles vestido de mujer bailando en un antro
exclusivo en donde las perversiones más bajas son realizables o en el
confesionario dándole caricias a un monarca de la iglesia católica. Pero entonces,
¿cómo se puede saber cómo sienten, piensan y actúan dos personajes parados en polos
tan opuestos?
"Era una hembra deslumbrante (...) de las que nos hacen pensar que jamás veremos una mujer tan hermosa..." |
Vamos
por partes. Desde el inicio de la novela se le plantea al lector el acertijo de
la sexualidad de un personaje entre divino y diabólico. Escuchemos una parte de
la confesión de Federico, un maestro de literatura en un colegio católico y
miembro de El Yunque: “Yo no sé si he estado ante Satanás o un ángel. O quizá,
me he atrevido, contra mi fe, contra mí mismo, a pensar que en ese ser (puesto
que ni siquiera sé —con rigor de ciencia cierta— cuál es su sexo) se conjuntan
ambos, ángel y diablo, hombre y mujer, suprema perversión y candor de infante”.
Esa
cosa que perturba a Federico es sobrina del Cardenal Primado de México. O eso
le dicen, la verdad es que nunca logra saber nada. En el mundo de Federico todo
son insinuaciones, recuerdos vagos, aproximaciones, no hay certezas y eso le
otorga, como personaje literario, un encanto sublime. Pues transita entre
certezas ajenas y creencias personales. Sonia o eso que se hace llamar Sonia,
escribe una novela y se acerca como cualquier casto escritor novel a los ojos
expertos de profesor de literatura y autor de novelas de superación moral. Federico
descubrirá, por los relatos de su amado-amada el perverso mundo que esconde la
iglesia en la que él cree ciegamente. Los relatos de Sonia son explícitos,
narran con lujo de detalle sus encuentros sexuales con los altos mandos
católicos. Estos encuentros generalmente son tiros intensos donde la perversión
es reinventada por una parte de dios y otra del diablo. Federico sufre, ¿cómo
es posible que un ángel tan divino escriba semejantes barbaridades? ¿Cómo una
mujercita tan bella y delicada, puede imaginarse que tiene pito y además que se
lo puede meter al máximo jerarca de los católicos mexicanos por todos los
orificios posibles? ¿Será cierto todo lo que dice Sonia en sus escritos? Si es
así nadie debe de enterarse. El corazón de Federico se divide entre su religión
y la calentura que produce el amor.
Adrián Román, poeta |
Quien
se enfrente a Demoníaca, se
enfrentará a una novela que va y viene por distintos ámbitos y siempre mantiene
la tensión, la expectativa. Usa dos voces, la de Federico y la del libro que
escribe Sonia. Además de usar el recurso de los correos electrónicos de una
forma simpática, sarcástica, pues el correo de Federico es: daniel.federico@elyunque.org; y
el de Sonia; hembrahombre@hotmail.com.
Uno de los recursos que más me gustaron fue ése en donde Federico finalmente va
a descubrir el sexo de Sonia. Él entra a un cuarto en donde se celebra una
orgía y cuando está a punto de ver lo que habita en el pubis de “eso”, la luz
se apaga. Un recurso de tintes cinematográficos que sólo deja ver el buen pulso
de la mano de Pterocles.
Por
su parte, Sonia, a través de sus escritos nos va confesando su tortuosa niñez. El
hartazgo que le produce su padre la obliga a salir a la calle y ponerse en
manos de Esmeralda, su mentor, el alquimista que hará que el mundo ignore que
Sonia nació con pene. El rito iniciático consiste en meterla a trabajar como
dependienta en una zapatería, diez horas diarias, hasta que con disciplina se
llega a convencer y convence al mundo y a los tres novios que llegó a tener,
que ella es una delicada mujercita virgen.
Sonia proporciona sexo intensivo y de alta calidad para los clérigos |
Por
los intrincados caminos que entrelaza de forma magistral Pterocles, supongo que
no es ninguno de los personajes, que es ambos y que la forma en que conoces sus
emociones es porque Pterocles posee el mayor conocimiento al que puede aspirar
escritor alguno, conoce el corazón del hombre, esa máquina perversa e inocente
que no deja de sorprendernos. Celebro esta novela y espero que la pluma de
Pterocles todavía tenga mucha tinta. Salud.
1 comentario:
que libro! me encanto.
apto para no reprimidos o espantados
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