lunes, 4 de febrero de 2019

Lo blanco de la página

La contradicción certera

Pterocles Arenarius


Lo blanco de la página, Dorian Antuna, Editorial Eterno Femenino, 2018.

En la búsqueda de la verdad en la materia sólo
se encuentran verdades acerca de uno mismo

Werner Heisenberg

Demócrito, el abderiano, dice:
“Todos los abderianos son mentirosos”.
Si Demócrito dice la verdad, entonces
miente.
Si Demócrito miente, entonces está
diciendo la verdad.

Cuando el martillo da en el clavo todo se desintegra. Cuando el poeta encuentra el verso descubre que está más extraviado que nunca.
Lo blanco de la página es el manifiesto del silencio, el inaudible grito de un buscador de paradojas en el territorio de una metafísica contradictoriamente certera.
La búsqueda del poeta es la paradoja. El encuentro consiste en extraviarse.
Su descubrimiento es que este mundo es una apariencia. ¿Para qué sirve volar si es reptiliano este destino nuestro? Pero la lagartija alada, volando contempla los asideros de los dioses.
En Lo blanco de la página el poeta nos invita a contemplar su deslumbramiento. El acceso a los descubrimientos metafísicos es la paradoja. Hay una especie de locura que con frecuencia harta se nos muestra como la lucidez extrema, deslumbrante. La oscura luminosidad de este libro, su música sorda es tanto la invitación a la reflexión como el desconcierto frente a la intransitable paradoja que siempre surge en estos versos.
El mundo firme y sólido se desmorona o, peor, se vuelve un holograma cuando el poeta examina las circunstancias de la existencia.

Del 1. Germinal

Dos peces de fuego ahogándose en sus propias lágrimas
Mis ojos lloran pólvora

Por más que no deja de haber conceptos de estatura filosófica, la poética de Lo blanco de la página no deja de incurrir en imágenes de humor incluso grotesco:
Los cerdos nos paseamos desnudos embarrándonos sobre los muebles y las estrellas…
El poemario, ciertamente, visita diversos territorios de lo espiritual, así no podía dejar de lado lo que aquí se nombra

2. Tonantzina

¿Es verdad lo que se dice
que todo el Universo estalla?
La vida es un estallido en medio del oscuro vacío y la verdad si existe procura siempre estar oculta en los desvanes de la relatividad, los marcos de referencia.
Tonantzina es nuestra madre:
Y nosotros, tu sangre, tu color:
¿es verdad que nacimos de la tierra alegre
de tu flor y de tu canto?
Seamos sólo un canto. Una alabanza a la belleza y al amor. Seamos la tribu que veneró a Tonantzina aunque hoy la llamen con otro nombre.
¡Mis motitas de cielo, mis hijitos los más pequeños!

La apuesta del poeta transita desde el aforismo hasta no dejar de asestarnos versos tremendos en

3. El sol como araña teje las sombras del mediodía
Así, acude al aserto aforístico cuasi descubrimiento:
Los hijos son maestros de sus padres
Para, algunos versos después acceder al asombro con la imagen devastadora:

las palabras caen sobre las páginas como cuerpos suicidándose
Y, por fin, establecer la paradoja que confronta a un absoluto con la escena tan trivial.

Nos dibuja el ojo ciego del cosmos
¡La cena está lista ―grita mi madre―

Pero nos deja ante la cuestión inefable de discernir cuál de los dos actos es más trascendente. Al transitar en este mundo vamos modificando al universo.

4. El espejo reflejado al reverso del ojo

Te lleva al reencuentro con esa mirada de la infancia
la que sólo recuperamos al momento de la muerte

En cada vida se le muere un dios al hombrecillo
La iluminación no está al alcance de los que no han avanzado en la construcción-destrucción de su mundo. Los que no podrían soportar la contemplación espantosa del inmenso vacío, de la gran nada.
5. Cuando un espejo se contempla

Cuando el silencio que soy se expresa ¿dónde queda lo que soy?
Cuando un espejo se contempla ¿dónde está su reflejo?
(…) aprendemos muriendo.


Porque la evidencia nos demuestra que habitamos en la solidez de un vapor sutil, existimos con la anuencia de dioses fantasmales.

6. Ojo

En el fondo del pozo ves tu reflejo: pero no ves nada,
Ves un saco lleno de agujeros tirando agujeros en el hoyo del cosmos
Ves a tus hermanos, a tu madre y a tu padre arder en la esfera
Pero no te ves
No eres el que sentado a la mesa piensa y escribe que nada piensa y nada escribe

Por más que esculpas la escultura de lo afuera en tu interior

El fin de un círculo que no comienza
impulsa al geómetra a dibujar curvas en la nada.

La verdad se forma con algunos millones de mentiras. Una sola gran mentira imprescindible, ya que nadie es capaz de soportar ni una dosis mínima, tremenda, de una verdad muy simple.

En el poema 7. Flor y canto anunnaki refulge un verso que, por sí mismo, hace las veces de aforismo:
de mi cuna me derramo hasta el sepulcro

Porque a cada segundo de nuestra existencia nos vamos aproximando a la muerte. Desde la dulce, múltiple mentira de lo que es la vida hasta la tremenda, brutal y única verdad de la muerte.
Importa señalar un ámbito más que resulta notable en la poesía aquí contenida. Vale mucho que el que escribe amplíe sus límites.
Lo sostiene en el poema 10. ¡He aquí cuanto sé que es cierto!, invoca:
Demonios me rezan
Porque un auténtico demonio sólo puede ser venerado por demonios. Si el poeta no es un demonio, de ninguna manera podrá jamás llegar a ser un ángel. Tiene la obligación de ser ambos, y si no, que renuncie a la posible salvífica condena.

Alberto, Coyote, Ruz; Dorian Antuna, poeta; Pterocles.
La alta dignidad se vuelve incontrovertible aun en el despreciable ente porcino:
El honor del cerdo es intachable cuando va directo al mataderoPero el poeta, sonámbulo, avanza fuera de la realidad para afirmarla. Es el que se ve con otros ojos y, con ellos, se palpa.
Tan lejos de mí como el sendero que uno recorre para llegar a la nada
Soy el sendero
Tan mío que me he olvidado
Tan cerca de mí que estoy hecho de lejanías
Se es por no ser. Él lo sabe. No existo puesto que aquí estoy. Soy un fantasma enamorado de la carne y mi conflagración interna, un estallido. El universo habita al poeta pues decreta:
(…) mi amanecer interior como un fósforo alumbrando estrellas
La terrible consciencia de que la negrura es imprescindible para apreciar la luz. La necesidad de que exista el lado negro.

En el poema 14. Un mar de perros ladra desiertos, el oscuro iluminado descubre que

Escribir es la desgracia por exceso de espíritu.Por eso invoca en el número 16. Dios, esclarecido de filosofía en su territorio espiritual:
Soy la metafísica del chocolateEntre la paradoja fluye de manera simultánea en dos direcciones:
Soy el insomnio de MorfeoPorque fluir es el oficio del que busca entre instrumental tan imperfecto, como es la palabra, las complejidades del alma ingente que anima al cosmos.
El monstruo que he creado para proteger al niño que llevo dentro, es fácil de asustar
La ausencia que soy le nace como un hongo infeccioso a la nada
Soy tejido sideral humanizado
Entrar en el poema 24. Entropía, es no salir limpio. Significa el tránsito desde el hundirse en sí mismo para descubrir la sinigual grandeza del universo en el que no hubo espacio para Dios.
De tal suerte que al ingresar al 25. Comiendo unos tacos en la esquina (…), polimorfo, luminscente / entre los ámbitos de un sol negro que amanece // Marchitarnos es la prueba mortal de nuestra inmortalidad. Es así, lo discierne en el número 30. Metempsicosis, que le permite establecer que Morir es nacer hacia afuera.


Entre el pulque y el espíritu
Buscarse es extraviarse, lo ha postulado, sin embargo, hay caminos todavía más breves
33. Atajo

Aquello que buscas te busca
Quien busca la salida no conoce el laberinto
Cuyas murallas están hechas de lo externo,
de mi carne y de mis huesos yo soy el afuera,
El atajo está en perderse en uno mismo
No encontrar lo que se busca es encontrarse.
Porque así, inquieto, observando hacia el abismo interior se descubren los hilos que habrán de dar las pautas para el avance. La permanente fugacidad deja, sin embargo, atisbar hasta la sinrazón de lo que creemos la razón.
37. Evolución 2.1
Hay un instante en que Dios, la nada que habita animando a esto que no existe se descuida, se hace evidente y los humanos, esos fantasmas de microbios, habitantes en medio de los 90 mil millones de años luz en que aquel fantasma alojó su obra alcanzan a vislumbrar la esencia:
A veces puedo ver mis hilos moviendo al titiritero:Porque al fin
(…) soy una máquina de movimiento espiritual
El amor por la paradoja, el sentido de la trascendencia, nos conduce a que se diga que

El sauce llorón
se muere de la risa
mientras lo corto

Por primera vez
Todo fue como siempre
muy diferente

Callar es gritar y no caber entre las voces que expresan lo mucho que ese grito calla…

Diría que Lo blanco de la página es el libro de la contradicción exacta, de la paradoja inextricable, de la filosofía empantanada. Un libro habitado, sin duda, por el surrealismo en sus más atrevidas expresiones. La espiritualidad viene aquí exaltada para conducir a las intransitables paradojas aparentemente del lenguaje, lo cual sería altamente desconsolador si no supiéramos que fenómenos de la física cuántica se pueden equiparar muy justamente con tales silogismos y ello en la más materialista de las ciencias, la Física. El asunto no es nuevo. Ya los místicos de todas las épocas visitaron la paradoja y, con una seguridad de sabio, han roto con una razón encerrada sin salida. Los sueños de la razón engendran monstruos. Pero la razón se anula a sí misma porque de no hacerlo se suicidaría por navegar por los terrenos de la irracionalidad.
Los místicos, los magos, las brujas ―aunque hay filósofos que se han atrevido― más los poetas se han dado acceso a la aventura espiritual a que convoca este libro.
En este mundo que pareciera creado y dirigido por la supremamente maligna entidad del universo, el atrevimiento metafísico es la gran osadía incluso ―y más aun quizá― desde el poema.
Lectura

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