martes, 10 de diciembre de 2019

Emiliano Zapata

 Acá, Zapata; muy hasta allá, las locas

Pterocles Arenarius

Bueno, pues ocurre que un hartista (con h, porque lo único que logra es hartarnos), en realidad un pintor muy abajito de lo regular, pero eso sí, hambriento de fama se puso a perpetrar un adefesio que señala a mi general Emiliano Zapata como un jotito de ésos que se disfrazan de locas. No pongo la imagen porque la mencionada porquería no merece un espacio en mi muro.


La imagen forma parte del material gráfico del libro. Retrato de Emiliano Zapata (óleo sobre tela), de Adolfo Best Maugard. EL UNIVERSA  /
Zapata, según Adolfo Best Maugard
Imagen relacionada
Che-Zapata
La mencionada pintura es chafa, es el trabajo de un pintor bastantito mediocre, el que, sin embargo, sí muestra algo descomunal a través de este "trabajo" (de alguna manera hay que llamarlo): su monstruosa hambre de notoriedad.
Con tal de llamar la atención este insigne pordiosero de fama es capaz de hacer una burla sanguinaria en contra de quien en vida se mostró como la antítesis de tan lamentable imagen.

La supuesta "obra de arte" no va más allá de las caricaturas que le han hecho al Comandante Borolas cuando le pusieron una casaca que le quedaba grande. Los caricaturistas lo llevaron hasta el extremo porque esas caricaturas eran un ataque al mencionado Borolas, su objetivo era burlarse y ponerlo en ridículo con un objetivo claramente político pues aquellos caricaturistas consideraban nefasto, terrible, asesino, al gobierno de Borolas.
Entonces ¿qué busca este caricaturista? (ya quisiera dibujar como Helguera o como Hernández, los autonombrados moneros de La Jornada), sedicente pintor. Su objetivo está más que a la vista: llamar la atención, cobrar sus quince minutos de fama mediante una provocación, un ataque a un ícono de lo mexicano, una burla contra uno de los hombres más limpios de la Revolución y de la historia. Claro que la burla, el ataque gratuito, no hace mella a mi general Zapata. Emiliano es inmortal y en alguna medida a él se debe este país. El que lo ofende es un aspirante a caricaturista, un hombrezuelo, una persona muy menor que quiere subirse en los hombros de un gigante mediante una provocación bastante vil. Frente a esta "obra", en realidad una caricatura malhechona, no podemos hablar de arte.
Foto intervenida de mi general

Creo que sería bueno que encontraran una admisible manera legal de sancionar a este provocador.
Ciertamente en alguna página de la historia se habla de que mi general Zapata sostuvo alguna relación homosexual con Ignacio de la Torre y Mier (el yerno de su suegro). Si esto es cierto, mi general asumió tal suceso como el gusto de un hombre y jamás como un amanerado o lo que hoy suele llamarse una “loca”, es decir, un hombre, con aspecto masculino y con parafernalia ―maquillaje, ornamentos, peinados y colores― femenina.
La libertad de expresión tiene que tener un límite. La burla, el escarnio, también. ¿Permitiremos que cualquier imbécil que esté urgido por llamar la atención ponga a Hidalgo, Morelos, Juárez, Villa, Cárdenas, o a quien se le antoje como objeto del más estúpido ridículo? Aquí uno ya empezó con Zapata. ¿Qué le parecería a este sedicente caricaturista que dibujáramos desnuda a su madre y publicáramos la obra? El primer límite que debe tener la libertad de expresión es el respeto. El que no respeta autoriza a que no se le respete.
Por eso hay una ley de los símbolos nacionales. Los constructores de este país, los hombres que dieron su vida para que lo que hoy es México, sus imágenes, deben estar protegidas también por la ley.
Los mediocres que quieren fama a través de la provocación que reciban la sanción de la ley. Si no, todo será objeto de burla y de ridículo. ¿Y quiénes seremos los mexicanos si nada nos justifica y todo es objeto de sometimiento a la estupidez?
Con Borja y la argentina Griselda Gómez

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