Prólogo
Agustín
Ramos
Gran novelista mexicano: Agustín Ramos |
Prepárense
lectores
Para
dar título a este libro, el autor hace una declaración de cariño:
Querido Pancho Villa. Así, como en un intercambio de cartas o
una plática entre amigos, un muchachito le habla de tú al
general Francisco Villa. Y de este diálogo aparece ante los lectores
olor y el ruido de la guerra, la voz más íntima de un héroe, sus
zonas más escondidas. En la cama, por ejemplo, una de tantas mujeres
que lo conoció asegura: “Para mí que fue más poderoso amante que
soldado”.
¿Se habrá preguntado el autor de este libro si acaso los lectores
de principios de este siglo estamos preparados para intervenir en
esta plática del muchachito narrador con el general Francisco
Villa? No con el revolucionario del que todo mundo ha oído hablar o
conoce por los libros de historia, no solamente con ese titán de la
patria sino un hombre más frágil, más mortal.
Palacio de Minería. Feria del Libro. Pancho Villa (y Una muerte inmejorable) |
Como sea, estas páginas nos meten en la magia de un alma alucinada,
el alma de un niño a quien las durezas de la vida y sus dotes
corporales hicieron precoz en más de un sentido, el alma como jaula
de donde escapan el llanto pronto y la risa fácil, el misticismo de
un espíritu capaz de trascender no sólo el tiempo y el espacio sino
la desmemoria y las murallas de silencio; el alma natural que
preservó la mencionada precocidad y se mantuvo siempre a suficiente
distancia de la civilización para volar a la altura de la intuición,
sobre la inteligencia y el instinto, con la libertad propia del arte
y la limitación humana que encierra desde la santidad espontánea
hasta el más valioso de los lujos, la lujuria.
Sí,
Pterocles Arenarius, el autor, en alguna parte, alguna vez, si no es
que siempre y donde quiera, apreció la capacidad de los lectores
para asistir y quedar atrapados en este diálogo de poseídos. Porque
eso es esta historia imposible de describir sin emplear palabras
chocolateras como magia, erotismo, misticismo, barbarie, cultura,
sentimentalismo y drama. Porque no hay otras o al menos el
prologuista no conoce otras palabras suficientemente fieles para
intentar decir de qué se trata y cómo se trata este libro, no sobre
Francisco Villa sino de Francisco Villa y de sus partes menos
conocidas: la niñez huérfana de padre, el apego a la madre y la
obligación de amparar con el amor y por la fuerza de la astucia, sus
estrenos en el sexo y la muerte, el bandolerismo y la genialidad
guerrera, los motivos de un lobo muy andado como para morir en la
madriguera de la inocencia.
Para escribir Querido Pancho Villa |
Diálogo
de poseídos, se dijo, porque el narrador de este libro tuvo que
dejarse poseer por el querido Pancho Villa. Y si le pregunta:
“…¿no me has tomado mi general, no estás en mí?”: es porque
necesita que Villa le permita hablarle de tú a tú, ponerlo frente
al espejo para que recuerde su iniciación como ser humano de saber:
“… de un momento para otro lo decidiste: ‘Ya no soy Doroteo,
ahora me llamo Francisco Villa (¡Díganme Pancho Villa Cabrones!)’
… Además, cambiarse de nombre es tomar en las propias manos la
vida que nos tocó… Y para ser otro tiene que morir el uno para que
nazca el otro, el que sigue, es como si nos pariéramos a nosotros
mismos, Pancho. Es como si fuéramos padres de nosotros mismos… Así
es como se dio el nombre de Pancho Villa. El nombre y el hombre”.
Con gringos y tomando fotos. Imagen rara de mi general |
Diálogo de poseídos, ritual de almas que se incorporan, una en el
cuerpo latente y libre de la historia hecha por el general Villa,
otra en el cuerpo respirante y preso del momento histórico de quien
cuenta el cuento con el fin de que nosotros, los lectores, paremos
oreja e imaginemos y desarrollemos el sonido y el sentido capturados
en sus letras. Porque a fin de cuentas este diálogo está abierto,
por obra y gracia de Villa, al pueblo. Porque Villa es todos los
pueblos en sus momentos heroicos, lo es por la veneración que
convoca en todo el mundo y lo es por sus tantos nombre que pasan del
anonimato al nombramiento de todos: todos somos Pancho Villa.
Entonces, nosotros también nos meteremos en la plática y no
solamente como si escucháramos una conversación ajena sino como si
formáramos, como formamos, parte de una misma historia y pasáramos,
como pasamos, a formar parte del mismo hecho revolucionario junto con
el muchachito narrador y ese ser que es muchos: “Pancho
Villa es tantísima gente”, dice con toda la razón el título del
capítulo 17.
Ya empezaba con los caballos de acero (la foto está trabajada para colorearla) |
El
prologuista considera imprescindible hacer una anotación más sobre
la seguridad de que esta obra ofrece la suculencia de un diálogo que
lleva directamente, por obra de la ficción, al alma del general
Villa. Y es que la novela, ensayo, diálogo, Querido Pancho Villa
viene antecedida y garantizada por la experiencia literaria y
biográfica de Pterocles Arenarius. En otras palabras, todas y cada
una de las afirmaciones aquí expuestas podrían apoyarse ―si
hubiera espacio y fuera pertinente―
en citas y pasajes de otros textos ―cuentos,
crónicas, novelas, poemas, ensayos y proclamas―
que comprueban tanto las virtudes narrativas de Arenarius como su
rigor y su capacidad de entrega en tanto investigador, docente,
amante y amigo.
En suma, Querido Pancho Villa es el fruto más logrado hasta
hoy de la vitalidad y la actitud de Pterocles Arenarius: escritor
digno y capaz de la hazaña artística que los lectores atentos van a
disfrutar, un diálogo de héroes.
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