Gran
marcha plebeya
27-11
Hay varias razones para
marchar en apoyo al presidente López Obraror: una, el hecho de que las derechas
hicieron la suya y medio llenaron la explanada del Monumento a la Revolución y
no se atrevieron a ir hasta el Zócalo para no hacer el ridículo y ellos muy
bien lo saben. Dicen que lograron reunir a más de 600 mil. Pero ya sabemos que
ellos siempre mienten. Dos, hace mucho que no marchamos; desde los finales del
desastroso y corruptísimo gobierno de Peña Nieto. Y, tres, quizá la más
importante: el propio Andrés Manuel convocó desde La Mañanera a que se hiciese
esta movilización.
El
llamado del presidente caló hondo entre el pueblo. Hubo propaganda en grande. Morena,
según la ley actual que otorga más dinero al partido que más votos tiene,
imprimió miles de carteles para invitar a la gran marcha. Es bueno anotar esto
porque la derecha que se ha dejado notar como mentirosa consuetudinaria, está
diciendo que la promoción de la marcha se hizo con gastos del dinero público. Morena
es el partido con más votación en la historia reciente de México, por lo que no
necesita hacer uso del dinero del erario, como sí lo hicieron siempre el PRI y
el PAN.
Así
que en mi hogar, que es también el suyo, nos preparamos para asistir a la gran
marcha. De antemano sabíamos que iba a ser una gran marcha porque López Obrador
llena los lugares donde se para desde que era opositor. Siendo gobierno, con
más razón.
Gente
de Morena nos invitaron a transportarnos, tenían varios puntos para salir de
por acá, las colonias del nororiente de la ciudad, la alcaldía Venustiano
Carranza. Además para salir, nos citaban a las 6:30 de la mañana y a más tardar
a las 7:00 en punto. Considerando tal tendríamos que levantarnos como a las
5:30 para que nos diera tiempo de desayunar y a duras regresar a este mundo
luego del sueño. Así que decidimos irnos a las 8:30 para llegar a eso de las 9:15,
porque además mi compañera tenía que ver a una amiga que le entregaría un
libro. Así se hizo.
Llegamos
al metro Hidalgo a las 9:20 y encontramos de inmediato a la amiga. Se hizo la
entrega y nos fuimos a la Alameda Central, justo frente a la calle de Luis
Moya. Decidimos que ahí esperaríamos para ver el paso de Andrés Manuel en la
punta del inmenso contingente. Desde la noche del viernes 26 tuvimos noticias
(por internet) de que ya estaba llegando gente al llamado Ángel de la
Independencia. Vimos personas bailando a media noche y nos preguntamos “¿Cómo
van a desfilar mañana bien desvelados y cansados de tanto baile, viaje y
ajetreo?” porque además son personas que vienen de otros estados. También tuvimos
noticias de que hay un buen número de personas que van a venir de Estados
Unidos a marchar con su presidente. Quiero ver quién es el guapo que es capaz
de hacer que gente desde aquel país viaje, cuatro mil o cinco mil kilómetros
sólo para venir a brindarle apoyo a su político favorito. Sobra decir que no lo
hay y que no lo ha habido en toda nuestra historia. A esos niveles ha llegado
López Obrador.
En
el camino fuimos viendo gente que caminaba por la intersección de Reforma con
Avenida Juárez. No parecían muy combativos ni tan comprometidos. Incluso, a
unos que marchaban por Avenida Hidalgo les preguntamos si ya había pasado el
presidente AMLO y nos dijeron que no sabían. Un hombre treintañero dijo de
plano que él venía acarreado y una de las dos chicas que lo acompañaban dijo “yo
ni lo quiero a ese señor”. Vaya, con lo que nos encontramos. Bueno, pero si se
dejaron acarrear como ganado, es su responsabilidad y no tienen derecho de
quejarse por su cobardía al dejarse manipular. Mal presagio. Llegamos a la
esquina ya mencionada de Luis Moya y Avenida Juárez a eso de las 9:45. La
cantidad de gente era impresionante. Sin duda, si Andrés Manuel intentaba
caminar por esa calle le sería prácticamente imposible. Estuvimos viendo al
personal. Un contingente que porta banderas con el logotipo de Superbarrio
pasan por un lado de la valla que espontáneamente se forma en esa avenida, sin
embargo, la gente se acumula en medio del arroyo y serán un obstáculo cuando
pase el presidente. En el plan de organización se previó que la llamada
descubierta, en donde iría el presidente con todo su gabinete, saldría de la
Columna de la Independencia y que atrás de ellos se colocarían los gobernadores,
según esto, todos estaban invitados. Luego los legisladores de las dos cámaras,
diputados y senadores, inmediatamente después los contingentes de los treinta y
dos estados por orden alfabético. Se preveía que, con eso, la cola de la marcha
estaría hasta el Museo de Antropología de Chapultepec. Pero tuvimos noticias de
que en realidad llegaba hasta el Auditorio Nacional.
De
pronto vemos una mariposa monarca, inconfundible con sus colores anaranjado y
negro, extraviada, como dando tumbos entre la multitud; una mariposa, y más si
es monarca, siempre será un buen augurio. El ambiente no deja de ser de mucha
alegría, la gente está contenta. Vemos a una chica más bien entradita en carnes
que posa, levantando una mano y, bueno, parando las nalguitas de la manera más sexy
que le es dado, con una bandera guinda de Morena. Se puede ver la multitud
cerrada hacia la calle de Madero y no menos hacia Reforma. Somos miles. Hay efigies
de López Obrador reproduciendo la ya célebre caricatura que le hiciera el
monero Hernández desde 2006, el que la gente llama el Amlito. Hay llaveros,
sonajas, monos de peluche, miles de carteles. Mucha gente trae sus carteles
hechizos con ideas o consignas. Las más populares son “Es un honor estar con
obrador”, su variante “Es un honor marchar con Obrador” y en segundo lugar la
que ya se ha popularizado y que dice: “Yo no vine por mi torta, vine por mis
huevos”, aunque una señora que viene de Oriente, Puebla, nos corrige diciendo
que ella vino por sus ovarios. El ambiente es tan de fiesta que no dejan de oírse
algunos cohetes, a pesar de que están prohibidos. También se oyen trompetas de
plástico que tienen un sonido grave, casi como de elefante.
En
el sitio, indefectiblemente, trabamos conversación con tres mujeres que igual
esperan el paso de AMLO. No deja de ser asombroso que tienen mucha información,
incluso hablan con un lenguaje que bien podría ser de universitarios. Lanzan pestes
contra el INE, contra los medios de información, contra los periodistas venales
que tanto abundan y que muchísimo daño hicieron a la sociedad; tienen
información casi privilegiada y son incondicionales de López Obrador. No cabe
duda que el daño que le está haciendo AMLO a la oligarquía es tremendo. Estas personas
jamás se conformarán con menos de lo que están recibiendo de su presidente, el
que dijo que Por el bien de todos, primero los pobres. Nos tomamos fotos
con las consignas de los carteles y las mantas. Es una tremenda terapia de
autoapoyo, todos con todos nos queremos y nos respetamos, yo alabo a las
personas a mi alrededor y ellos a mí. Pasan unos sinaloenses y les pedimos que
nos dejen tomar una foto de su cartel y lo hacen muy amablemente y luego gritan
“Viva la Ciudad de México” y los de acá les responden “Viva Sinaloa”. Una familia
de Puebla que viene encabezada por la mamá, una maestra de secundaria, empieza a
gritar la más que conocida consigna de que “Es un honor…” Otros gritan aquella
de que “Honesto y valiente es mi presidente”. Encontramos un hombre ya viejón
que lleva una pancarta con una caricatura muy bien hecha a mano, en la que
vemos a Ricardo Monreal muy aceptablemente retratado besando a AMLO, además
dice “Monreal, traidor, el beso de Judas”. La gente conoce demasiado bien la
circunstancia política del momento. Hizo muy bien Monreal en no marchar. “AMLO
no se toca” exige otra manta. A eso de las once de la mañana el Zócalo está
completamente lleno. Y Andrés Manuel no se ve en el horizonte, las noticias son
contradictorias. De pronto aparece nuestro amigo Fernando Beltrán y nos dice
que él viene caminando desde el Museo de Antropología y nos asegura que Andrés
ya está en el Zócalo. Luego, otro hombre nos dice lo mismo, que había tanta
gente que no lo dejaron pasar y que lo sacaron de la marcha y lo llevaron por
vías alternas hasta el Zócalo. Se nos hace verosímil la versión y decidimos
irnos, veremos el mensaje o informe por internet. Hay pancartas que hablan de
la reelección del presidente: “La lucha sigue AMLO 2024-2030”. Vemos gente que
viene de Los Mochis, Sinaloa, según dicen sus mantas, otros nos informan venir
desde Reinosa, Tamaulipas. Las leyendas de “No estás solo” se reiteran y las de
“Amor con amor se paga” se van imponiendo luego de que fueran inéditas en las
movilizaciones de izquierda. La conversación que sostenía con dos señoras ahora
se amplía a una mujer sexagenaria que me dice que viene de la comunidad indígena
otomí de Santa Cruz Ayotuso, Huixquilucan. Me asombra que la mujer trae una
consciencia política que ya quisieran muchos chilangos.
Veo
una gran manta que reproduce aquella declaración del finado monero Helguera: “No
voy a atacar a lo pendejo a un gobierno que esperé toda mi vida”. Otra manta le
da las gracias al presidente por “Salvar a Pemex y CFE”. En fin, vemos
contingentes de Chilcuautla, de Nopalapa, de Sinaloa. En cierto momento llega
un hombre con una grabadora y nos interroga a casi todos los que estamos en
esta esquina de la Alameda. Nos pregunta si somos acarreados, todos contestan
que vienen a defender a su presidente y que no vienen por su torta, sino por
sus huevos. El entrevistador se retira muy satisfecho.
Ante
la noticia de que lo llevaron en automóvil hasta el Zócalo para que diera el
informe, decidimos salirnos del área de aglomeración caminando hacia el norte,
hasta el metro Garibaldi. Ahí tomamos el metro cómodamente y con más que
agradecible rapidez nos acarreó hasta nuestra colonia Moctezuma.
Luego
nos enteraríamos que, con su tradicional tozudez, el presidente López Obrador,
avanzó lenta, muy lentamente entre la multitud. Cuando nos salimos del lugar
donde estábamos, él iba por el cruce de avenida Juárez y Reforma. Es decir, una
media hora más y lo hubiéramos visto. No lo logramos. Llegó hasta el Zócalo
caminando. Consiguió arribar mucho después de que lo planeara, hasta cerca de las
tres de la tarde. El ya casi septuagenario López Obrador se chutó la friolera
de casi seis horas de marcha; y empezó su discurso de informe tres horas
después de lo que planeara.
El
presidente, en este su régimen, ha alcanzado logros insólitos.
Construye —y está construyendo— miles de kilómetros de caminos y carreteras en todo el país. Varias presas. Está completando cientos de obras que los gobiernos anteriores dejaron inconclusas, entre otras, el tren México-Toluca. Compró la refinería Deer Park en Estados Unidos, que ya está totalmente pagada y entregando ganancias a México. Construyó la Refinería Olmeca que en muy pocos meses empezará a entregar gasolina, es decir, ganancias al país. Construye varios aeropuertos, como cinco en sendas ciudades del país. Construye el tren más grande del mundo, el tren maya. Tiene el récord histórico de aumento del salario mínimo. Tiene el récord histórico de apreciación del peso. Tiene el récord histórico de inversión extranjera en México. Tiene el récord histórico de recaudación fiscal. Tiene el récord histórico de recepción de remesas de los migrantes mexicanos en Estados Unidos. Ha mantenido la estabilidad económica. Otorga apoyos a diez millones de viejos, cuatro millones de estudiantes, un millón de campesinos, tres cuartos de millón de discapacitados. Es increíble. Y nos da la dimensión de cuánto dinero se robaban los gobiernos anteriores. Ha logrado que la inflación en México sea menor que en Estados Unidos. Combatió la pandemia e hizo que fueran vacunadas doscientos cincuenta millones de personas con tres vacunas. Venció a la mafia del robo de combustible, el huachicol, le llamaron. Bueno, hasta la bolsa de valores se mantiene permanentemente al alza a lo largo de su mandato. Ha llevado a cabo la más grande hazaña de la historia: le alcanza para todo y lo que quizá sea su más grande logro: no ha incrementado la deuda externa.
Hoy
caminó unas seis horas entre cientos de miles de ciudadanos. Al leer su informe
estaba enrojecido por el sol, sudado de tanto caminar, sin duda, estaría fatigado
por tantas horas de caminata; y sin embargo, pronunció un discurso enjundioso,
combativo, fuerte y contundente. Se reafirma como el mejor presidente de México
en la historia del más reciente medio siglo de nuestro país y pone como algo
por completo seguro que la 4T refrendará la victoria de 2018 en 2024.
Lo
único que es posible decir como conclusión es que, de verdad, Es un honor estar
con Obrador. Y que la Cuarta Transformación no termine hasta que México se haya
transformado realmente, en un país más justo, próspero, culto y a la vanguardia
en el mundo.
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