miércoles, 17 de abril de 2024

Del PMT a Morena (1975-2024)

A mediados de la década de los 70


Hace casi medio siglo yo era militante del PMT, Partido Mexicano de los Trabajadores.
Un gran hombre lo encabezaba, Heberto Castillo. El segundo de abordo no era menos, el líder sindical histórico Demetrio Vallejo.
Yo era un soldado raso, pero tenía una virtud casi única en el PMT, yo era obrero. Cuando firmé mi solicitud de afiliación me preguntaron "¿Entonces tú eres obrero?". "Sí, soy soldador", contesté orgullosamente.
Casi como por milagro empezó aquel militante que recibía mi solicitud a divulgar "Tenemos un obrero, ¡tenemos un obrero que quiere afiliarse al partido!"
Y me trataron como si fuera un príncipe heredero. Me invitaron a todas partes, me hicieron presidente del partido en la delegación Venustiano Carranza, etc. Lo que ocurría es que casi todos los miembros del PMT eran estudiantes o profesores. Casi les daba vergüenza mi presencia, me elogiaban, me sentían como la verdadera vanguardia de la revolución que vendría. En muy pocos años les fallé, porque me volví estudiante, después de diez años de haber dejado la escuela (aunque seguí siendo obrero unos años más, al mismo tiempo).
En la foto que sirvió de portada al libro de Heberto, estoy en el mercado Jamaica invitando a la gente a afiliarse al PMT y denunciando las chingaderas del gobierno de Luis Echeverría.
Me volví un militante de línea dura. Lo cierto es que yo quería ser guerrillero, por fortuna el PMT desfogó esas ansias de matador imberbe. Pero además Heberto me tenía deslumbrado, era un extraordinario intelectual, además era un científico, un militante de acero inoxidable. En su momento fue candidato presidencial, pero mostrando una grandeza que pocos han reconocido, declinó en favor de Cuauhtémoc Cárdenas, con lo cual le dio la victoria en las elecciones de 1988, las que se robó el gran genio del latrocinio y el asesinato: Carlos Salinas de Gortari.
Si Heberto Castillo hubiera sido presidente de México muy otro gallo nos cantara ahora. Es como si López Obrador hubiera llegado al poder en 1988. Sin exagerar, México sería potencia mundial. O quién sabe. En aquel tiempo los gringos eran mucho más agresivos y violentos.
Por fortuna —y demos gracias al cielo, signifique lo que eso signifique (es que yo no soy católico ni tengo religión)— vivimos en los tiempos de la 4T y el país se encuentra mejor que nunca en la historia:
-Se han construido grandes obras de infraestructura: carreteras, aeropuertos, puertos marítimos, refinerías, presas, trenes, puentes, etc.
-Se ha logrado una estabilidad económica como no se había visto, no mames, desde Díaz Ordaz, el criminal de Tlatelolco.
-El salario mínimo ha subido en más de 100 por ciento.
-El gobierno entrega apoyos económicos al 75 por ciento de los mexicanos.
-Nuestra moneda, el peso, viene ganando con respecto al dólar, lo que no había ocurrido en toda nuestra historia.
-Y todo lo anterior sin aumentar la deuda externa.
Y la derecha dice que el presidente López Obrador está destruyendo a México.
La inmensa bendición es que estamos construyendo la Cuarta Transformación de la vida pública de México sin derramar sangre, como ocurrió en las otras tres: la Independencia, la Reforma y la Revolución.
Y viene el segundo piso de la Cuarta, lo dirigirá la doctora Claudia Sheinbaum Pardo.