sábado, 19 de septiembre de 2015

Visiones Paranoicas

Visiones paranoicas, crímenes de estado y un increíble gusano con antenas amarillas

Pterocles Arenarius

El jueves 17 de septiembre, en la noche, desafiando un despiadado aguacero, nos apersonamos, empapados, en el antro llamado Visiones Paranoicas (Paranoid Visions), así, bilingüe. Un antro donde se dan cita los vampiros y los zombies citadinos para, en lugar de chupar sangre, chupar tequila o ron, que es, en realidad lo que les gusta. El sitio está en penumbras, como debe ser, recordemos 

En el Visiones Paranoicas. Ya lo creo.

que los vampiros no soportan la luz del sol y los zombies prefieren la oscuridad. Es ahí donde Carlos Camaleón organiza la Feria de Editoriales Alternativas. En el antro están distribuidas mesas con publicaciones de las editoriales, en efecto, “alternativas” que ofrecen sus literaturas. Después de un largo rato de espera porque la gente no llegaba debido al inexpugnable aguacero, lapso que aprovechamos para ingerir bebidas alcohólicas, empieza el acto. Una chica con agradable desparpajo empieza a dirigirse al público a través del micrófono. Asegura que el acto sexual es también un suceso político. Lo que nos hace recordar aquel verso “amar es combatir, si dos se besan el mundo cambia, encarnan los deseos, el pensamiento encarna, brotan alas en las espaldas del esclavo,...”.

Todo puede ser usado en tu favor,
porque, con imaginación,  todo es susceptible de convertirse en
objeto de placer erótico.

La muchacha invita a que hagamos el amor, nos induce al coito y a que las mujeres se exploren, que conozcan sus cuerpos y que cojan o no, se autoestimulen y ejerzan su libertad y conozcan su propia anatomía. Y luego, tantito peor, invita a gente del público a que haga conocer algún secreto acerca de sus prácticas íntimas en el ámbito de la cogedera. Quizá no con esas palabras pero con similar desenfado. Híjole, nadie se atrevía a ponerse de pie y contar alguna de sus más originales cochinadas (no olvidemos que el sexo es un acto eminentemente sucio: intercambio de toda clase de fluidos públicamente vergonzosos, y otras sustancias corporales; “ósmosis microbiana” llamaban al beso cuando yo iba en la secundaria. Una porquería, sin duda. Es el sexo la instancia para regresar a la animalidad, por eso es sagrado). Además se ofrecía una “pastilla del día siguiente” —por si cogiste sin protección o pudieras haber sufrido un accidente que te rompiese el condón—; un anillo vibrador 

Pterocles, un simple escritor. Omar, un simple héroe.
aplicable al clítoris para que una muchacha enloquezca (o se irrite la zona); un sobrecito con lubricante por si quieres intentar el sexo anal, darle por el culito a tu novia y un condón con sabor a frutas del bosque, producto totalmente ecológico. En fin, como nadie se atrevía a pesar de tan apetecibles obsequios, este viejo iracundo (pero no menos concupiscente), levantó la mano y se aproximó al micrófono y, descaradamente, como ameritaba la ocasión, habló de ciertas formas de 

Pterocles Arenarius

complacer a la compañera (canceló múltiples posibilidades al limitarse al ámbito heterosexual), acciones que no se explicitarán en este espacio.* Con lo cual se rompió el silencio y se lubricó el ambiente. De inmediato el editor Cuauhtémoc, El Témok, Saucedo, con un lenguaje que procuraba la mayor explicitud e incluso no poca rispidez, procedió a extender una explicación de sus procedimientos en la práctica del cunnilingus.
Eran las nueve de la noche y María y yo no habíamos comido. La cosa fue así: fuimos a nuestro taller de literatura Tipheret o La Belleza, así, con mayúsculas. Leímos dos textos formidables de Froylán Miguel y de Quique Ramírez, dos poetas que muy pronto van a irrumpir como lo que son, excelentes poetas. Leímos sólo un texto por cada autor y nos fuimos a la presentación, así que ella y yo no alcanzamos a comer, por lo que, hambrientos, después de la instrucción del Témok, un ínterin fue aprovechado para ir a regalarnos un tentempié. Cuando, deglutiendo con alto gozo, estábamos a punto de sentirnos satisfechos nos telefoneó el maestro Jorge Borja, antologador y coautor de la antología Los 43, libro que se presentaría entre las editoriales alternativas, motivo por el que estábamos en el Visiones...

Para que quede en la historia. Para que nunca más vuelvan a pensar
en cometer crímenes desde el poder.
Presentamos Los 43. En un ambiente muy próximo a la anarquía anarquizante, sin teoría, sin ley ni obediencia a Dios y mucho menos al estado, llevamos un mensaje de eminente contenido político. Teníamos que hablar de uno de los crímenes más atroces de la larga cadena de crímenes del gobierno priísta en su larga historia de asesinatos.

Política es todo, hasta coger.

El crimen de los 43 muchachos de Ayotzinapa. Un múltiple homicidio de estado. Les dijimos a los darketos, a los punketos, a los de grupos “alternativos”, que estamos gobernados por una banda de criminales cuyas prioridades son el saqueo del erario, la mentira sistemática y el asesinato de quienes no estén de acuerdo con sus objetivos.
El maestro Borja y su relevo, el joven Borja.

La gente joven está harta del gobierno, mucho más ellos que los grupos de personas “serias”. Sabemos que los niveles de popularidad de este gobierno están para llorar, pero mucho más allá, no quieren darse cuenta de que están sentados en un barril de dinamita. No tienen futuro. Como nunca

Pterocles y Omar.

los muchachos son rebeldes y creo que nunca entre la gente joven había habido tanta consciencia de lo que vivimos como en este momento. Ellos representan el futuro, también el del gobierno. Pero antes que nada tenemos que cambiar este régimen contranatura que, muy lejos de servir a la gente, se dedica a robarla y asesinarla. Salimos del Visiones Paranoicas poco antes de media noche y con el gusto que provoca la libertad en exceso; ciertos de que la libertad nunca puede llegar al exceso si es que no afectas la libertad ajena.


¡Oruga negra que vienes de la Tierra!/ ¿qué ojo, qué mano pudo forjar/
tu terrible simetría!

Al día siguiente tuve que hacer un viaje a Perote, Veracruz. Fui y vine. En la noche participé en una reunión de un grupo político, la Red 32, Democrática y Participativa; así, todo en femenino. De tal manera que el próximo domingo 27 de septiembre, en un acto para presentar el libro Los 43, a la vez servirá para que el grupo salga a la luz, las conductoras del evento y las que den el mensaje de esta organización serán sólo mujeres. Salimos de la reunión y en la calle encontramos unos niños que traían una maravillosa oruga. Era negra como si la hubieran hecho de brillante plástico.

Seres maravillosos de este planeta. Aunque también
los hay terribles, recordemos a los
que dicen que nos gobiernan.
Tenía decenas de increíbles, preciosas extensiones amarillas —que no sé si llamar antenas, sin duda no lo son (o, con duda, sólo Dios sabe)— que le daban un aspecto alucinante al hermoso gusano. Les dije que la pusieran en un árbol, que no la fueran a matar, que esas orugas son buenas y que después se convierten en mariposas. Los niños me dijeron que si quería me la regalaban. Les dije que sí. Me traje el gusano a mi casa y, después de cenar, porque una vez más —obedeciendo a la insensata costumbre de comer diariamente— estaba hambriento, lo fui a colocar en un jardín amplio dentro del parque cuadrado de la colonia.

jueves, 10 de septiembre de 2015

Presentación de Los 43





Texto leído en la presentación del libro Los 43 en el Museo Casa de la Memoria Indómita, el 9 de septiembre de 2015.

El verdadero mito

Pterocles Arenarius

 Yo no soy un producto de mi tiempo, soy un producto contra mi tiempo
Josep Pla


Minos es un rey poderoso y sabio —estamos en la isla de Creta hace unos cuatro mil años—; el padre de los dioses, Zeus, y también padre de Minos, para premiarlo, le regala un toro prodigioso. El encargado de entregar el premio es Poseidón, hermano de Zeus y dios del mar. En efecto, el toro divino aparece saliendo del océano. Hay una salvedad, el admirable obsequio es, en efecto, para el sapientísimo soberano, pero no menos para su pueblo, al cual Minos tiene que sacrificar el animal maravilloso. Pero Minos se ve trastornado por el portento bovino y decide robar a su pueblo el homenaje y quedárselo sólo para él. Y oculta el toro divino y engaña y despoja a su pueblo. Su esposa, Pasifae, se ve también embelesada por la divina bestia y, mucho más práctica ella, se hace disfrazar de vaca y ayunta con el inefable astado. Y así queda preñada y da a luz a un monstruo abominable: el Minotauro. Este hecho es un oprobio espantoso para el rey Minos y él trata de ocultarlo, para eso ordena a su artífice supremo, Dédalo —el mismo que, clandestinamente, disfrazó a Pasifae de vaca—, a que construya el laberinto en donde el Minotauro es ocultado. Esta bestia es antropófaga y Minos, para la manutención de su monstruoso engendro, tiene que obligar a los cretenses y los griegos, vecinos, a que entreguen siete mancebos y siete doncellas mensualmente para que sean introducidos al laberinto y así, cuando los encuentre el Minotauro, sean devorados.
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Minotauro, mito griego milenario
La historia es fantástica y horrenda, pero, mito al fin, nos da una grandiosa lección ética. El gobernante que por su ambición, su debilidad o su estupidez se convierte en tirano, con su acción terrible y cretina, labra la desgracia para todos, en primer lugar para sí mismo. Será un maldito para siempre, señalado como el imbécil que fue incapaz de que su propia esposa le fuera leal, como criminal que por ocultar su vergüenza y antes su robo y su engaño al pueblo, provocó que sus gobernados sufrieran, pagando con su sangre, su descomunal estolidez, ambición y deshonestidad. Aquí sólo quiero llamar la atención a las vidas de los ex presidentes mexicanos, examínese al que quieran, desde Manuel Ávila Camacho, digamos —ya ni mencionemos a Obregón y Calles—, hasta este momento. (Y, sin duda, hay que quitar a mi general Cárdenas, hasta la fecha bien amado por su pueblo). Excepto económica, lo demás ha sido para esos ex primeros mandatarios de la nación, pura miseria, degradación, estupidez, malignidad, vileza. Y todos pertenecen ahora a las cloacas, los pudrideros de la historia. Mientras tanto el pueblo sigue pagando con su sangre tan alta estupidez y tan inútil soberbia.
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Personificación del tirano

En este momento, los jóvenes de México pagan con su sangre la traición, la maldad y la increíble estulticia de la bestia que no se atreve a mostrar su rostro.
El libro Los 43, es, antes que nada, un libro de literatura. Cuando la estupidez soberbia y la avarienta maldad cuestionan todo arte, sin exageraciones, en algún momento se dijo que después de Auschwitz, ya no era posible ni la literatura ni el arte. Así, en este momento nos preguntamos ¿qué literatura es viable? ¿Qué se debe o se puede escribir hoy en México? ¿Para qué da la circunstancia? ¿Es posible —por ejemplo— la literatura amorosa en un tiempo como este? Y mirando la situación de nuestro país llegas incluso a la pregunta ¿es posible la literatura en esta circunstancia?
Cuando, gracias al gobierno criminal, dejamos de saber de Jesús Jovany Rodríguez Tlatempa y sus 42 compañeros de escuela, creemos que no nos queda más que decir con Sabines: “¡Maldito el que crea que esto es un poema!”.
Ante cierta muerte, maldijo


Frente a esta situación llegué a pensar que lo único asequible a la escritura ha de ser aquello que cimbre el espíritu y a la vez sirva para testificar ante la historia que este país vivió una época gobernado por sujetos que en el mejor de los casos eran delincuentes encubridores de los rateros del erario y de los criminales asesinos que exterminaban a los que debían servir.
En este momento el gobierno tiene tres motivos de existencia; uno, robar de tal manera que han convertido a su régimen en el sexenio de Hidalgo; dos, mentir como si fuera competencia para jactarse de quien proclama la farsa más delirante y, tres, asesinar a los que no estén de acuerdo con lo anterior. Ése es programa de gobierno, su plan global de desarrollo, su presupuesto de egresos y su ley de ingresos. El robo, la mentira y el asesinato.
El colmo de la podredumbre moral ocurre cuando aparecen miles de mensajes del llamado tuiter nombrados #desaparezcanotros43, sin mensaje, sólo con el nombre #desaparezcanotros43; ¿cómo llamamos a esto?: ¿miseria del espíritu?, ¿podredumbre humana? ¿estupidez y odio potenciados al infinito? Y lo más desalentador es que tales envíos no tienen texto, sólo el nombre #desaparezcanotros43; es decir, son mensajes pagados por el gobierno, con dinero de nuestros bolsillos a gente que tiene demasiada hambre, rebosa de ignorancia y estupidez y ninguna dignidad. El mencionado colmo se repite cuando aparece en público un redomado criminal de nombre Javier Duarte de Ochoa que dice gobernar Veracruz y asegura que él no mandó matar a los cinco muchachos ultimados en la Narvarte y, además, se queja de que los que hemos opinado en donde podemos, lo linchamos y que con ello hemos insultado a ocho millones de veracruzanos porque él, Javier Duarte de Ochoa, guango, repugnante, cínico, dice ser el gobernador representante y 
Habla como criminal,
amenaza como tal,
tiene cara de lo mismo.
¿Qué es?

personificación de todos los veracruzanos. Qué poca madre. Rubén Espinosa y Nadia Vera, antes de morir nos dijeron que si alguna agresión sufrían o un atentado se perpetraba en su contra, era responsabilidad de este criminal. Ahora Javier Duarte tiene que demostrar que él no fue el asesino. Sabemos que lo que dice es una más de las miles de mentiras que ha regurgitado en su pútrida existencia.
¿Qué literatura se puede escribir en este momento en que el gobierno mexicano prueba de manera más que fehaciente ser enemigo de los mexicanos? Aquí unos cuantos datos: 160 mil muertos, 30 mil desaparecidos, 2 millones de desplazamientos forzados y el mayor número de periodistas asesinados en el mundo. Una economía detenida desde hace más de 30 años, 70 millones de personas sumidas en la pobreza y de ellos 30 millones no alcanzan ni siquiera a alimentarse. Al mismo tiempo el uno por ciento de los más ricos se apropian del 40 por ciento de la riqueza que producimos todos.
En la mesa Carmen Nozal, Agustín Ramos, Jorge Arturo
Borja, Diana Solares y Pterocles.

Los que nos gobiernan, los que nos informan, los que dicen dirigir el país, son nuestros peores enemigos. Aunque ahora se cuidan mucho, hace poco hemos oído sus expresiones para el pueblo “’Ora que saquemos de este lugar tan bonito a la indiada esto se verá por fin decente”; “El infelizaje que siga viajando en metro y que no te toquen, porque infectan”. Estoy seguro que en algún momento dijeron: “A punta de pura televisión vamos a convertir a esta sucia plebe en un hatajo de gordos hinchados de comida basura y estupidizados, enajenados con entretenimiento de inmundicia y como broche de oro esclavizados para que nos trabajen más barato que nadie en el mundo”.
¿Hay que decir ya casi lo han logrado?
Literatura y exigencia de justicia.
Estoy seguro que ni nuestros peores enemigos, el gobierno gringo, habría logrado dañar tanto al pueblo mexicano. Los sátrapas, es tradición, son peores con el pueblo sometido, que los mismos amos. Hoy México es un país mediocre en todos los ámbitos, fracasado en el renglón que se le busque, sin crecimiento, sin educación, desnutrido, pobre, dividido, inmerso en la confusión y muy triste.
Los gobernantes mexicanos están decididos a convertir a México en el campo de refugiados más grande del mundo con tal de servir a su amo, el gringo.
Tengo amigos que me han dicho que estoy muy enojado, que cómo puedo vivir así, que no soy feliz.
Les contesto que no se preocupen por mi felicidad. Ciertamente no soy feliz, me daría asco de mí mismo si lo fuera. ¿Alguien puede ser feliz cuando esa bestia que se hace llamar el gobierno asesina sin piedad a gente inocente (o quizá culpable, como en Tlatlaya, pero no lo sabemos, y lo hicieron violando la ley que ellos mismos promulgaron)? ¿Se puede vivir contento sabiendo que nuestro peor
Agustín Ramos, autor de Al cielo por asalto
 enemigo nos dirige hacia la desgracia? Pero aún así, les digo a mis amigos bien intencionados o algunos quizá no tanto. No se preocupen por mi felicidad. Soy borracho y eso me hace brutal, inmensamente dichoso, aunque sea por ratos breves. Siempre que puedo fumo mariguana y eso también me hace feliz de una manera sencilla. Leo mucho, cincuenta, cien o doscientas páginas cada día y con ello adquiero una languidez dulcísima y muchas cosas en qué pensar. Existen Mozart, Beethoven, Bach; puedo leer a Borges a Fernando del Paso a Arreola y Rulfo; tengo amigos como Jorge Borja y Agustín Ramos; tengo muchos hermanos que, no exagero, me aman. Puedo hacer esfuerzos hasta quedar exhausto y existe el baño de agua fría; disfruto la comida simple y humilde en abundancia porque no hay mejor banquete que un hambre bien trabajada. 
La belleza.
Comparto mi vida con una muchacha que no sé si es más bella que inteligente o al revés; una dulce mujer que está empeñada en abrumarme con actos de amor inverosímiles. Y eso me hace llorar tanto de felicidad como de tristeza he llorado las muertes que perpetran las bestias, me refiero al mito minoico mencionado. No puedo decir que sea feliz. Pero creo que poco más puede pedírsele a la vida, pero se lo pido y no estoy dispuesto a que me lo arrebate un gobierno de asesinos: que desaparezcamos este régimen criminal e instauremos un gobierno de verdad humano, sí se puede; que jamás lleguemos a ser como ellos de viles, porque entonces nos habrán derrotado; y, finalmente, que no permitamos que los criminales nos arrebaten el amor por la vida, por los que comparten nuestra existencia.

¿Quién es feliz?

Al final, vivo momentos muy dulces y procuro que quienes comparten mi vida, todos, gocen conmigo tan grato bienestar, tal placidez. Creo que mientras aquéllos hijos de su puta madre multimencionados se dedican a construir el infierno para todos, incluyéndose a sí mismos, nosotros construyamos el paraíso para los que tenemos cerca; a eso los invito. Y a los de las iglesias cristianas, musulmanas, judías y especialísimamente a los de la iglesia de los pederastas les digo que su Dios me la pela. Y decirlo me hace más feliz todavía.
Por último propongo:
“Juro solemnemente como soldado de la Nación, que jamás levantaré mi arma contra mi pueblo, las armas del Ejército Mexicano servirán sólo para defender a la patria, en primer lugar al Pueblo y después al Territorio Nacional pero nunca para asesinar al Pueblo Mexicano; porque lo más valioso 
Pterocles, Agustín Ramos y Borja.


de mi Patria y mi Nación es su gente. Juro que con mi propia vida habré de evitar que se perpetren atentados contra el Pueblo Mexicano. Antes, moralmente me autorizo a desobedecer cualquier orden de jerarquía superior castrense o civil aun del más alto mando político. Porque nunca más el Ejército Mexicano habrá de atentar contra su propio pueblo para proteger al poder político, porque el propio Ejército Mexicano es hijo del Pueblo Mexicano y porque la ley así lo establece ‘La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del Pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno’”.

Es de esta manera como en el futuro habrán de jurar los soldados mexicanos. Porque nunca más se verán usados por un poder político en los últimos tiempos espurio y, en la práctica, enemigo de los mexicanos.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Adrián Román y Una muerte inmejorable

Para Una muerte inmejorable

Adrián Román

La muerte es el inicio de la vida. Uno debe morir para transformarse. La transgresión constante de nuestras creencias y costumbres nos llevarán a la muerte continua, que es la mejor forma de vida. Uno debe entregarse a la muerte para poder entregarse a la vida.
La novela es una forma de autobiografía, es inevitable no hablar de nuestra vida a la hora de escribir, algo de nosotros les heredamos a los personajes. ¿Cuántas veces Pterocles habrá muerto para transformarse en el iracundo e irreverente escritor que hoy es?
Adrián Román, el grandioso poeta, a la izquierda. En medio,
el actor, director, promotor cultural de nombre
maravillosamente literario: Everardo Pillado Pacheco. Y
Pterocles. Bar Buenos Aires.
Yo lo conocí varias veces. Una vez estábamos asaltando una chinampa cargada de pulque en una de las lagunas de la antigua Ciudad de México, uno de nosotros murió esa noche, no recuerdo quién. Otra vez nos subimos al ring, y decir ring, es un decir, en aquel puerto de las islas británicas, el campo de batalla no era otra cosa que unas cuantas cuerdas amarradas, alrededor había una muchedumbre hambrienta de sangre, no había límite de rounds ni reglas específicas, nuestro tamaño y peso era disparejo, eso no evitó que nos diéramos con todo, aquello fue una masacre mutua. Otro día les digo quién ganó.
Nos morimos y nacemos. De eso va esta novela, es una invitación a transformarnos, porque no importa que el personaje se encuentre condenado a muerte. Todos estamos encaminados a dejar esta tierra. La cosa es comenzar a vivir de otro modo. Aquí hay un autor vivo, que invita al lector a ser rebelde. ¿Por qué obedecer los aburridos preceptos de las buenas costumbres?
Pterocles en uso de la voz.
Cantina Buenos Aires.

Pterocles es un escritor de versos fuertes, es un hombre de mirada fina que sabe interpretar bien lo que ve, y sabe transmitirlo. Lo demuestran sus cuentos, en donde hace un alarde del lenguaje callejero a veces, pero también escudriña en el alma humana y reconoce esos momentos en los que un hombre se quiebra. La potencia de su pluma o de sus manos sobre el teclado se deja ver en su otra novela, Demoníaca, en donde Pterocles se disfraza de travesti, e indaga en las más oscuras costumbres y sentimientos, anhelos y perversiones de un personaje. No hay otro modo de hacer algo memorable que dejando todo sobre el ring.
Adrián Román, formidable
autor en su lectura.

Los samuráis deben tener siempre presente la muerte. Esa presencia constante es lo que nos mantiene amarrados a la humildad. Una muerte inmejorable sólo puede darse a través de una vida llena de rupturas.

Celebro la novela, porque su aparición obedece al sueño sincero de un hombre por contar, un hombre que fue soldador, que estudió ingeniería, que fue boxeador y no que no se hallaba, no lo hacía hasta que descubrió que estaba bendecido por las letras, que mediante ellas le daría salida a todas sus frustraciones y sueños. Pterocles es un hombre que asumió la responsabilidad de ser artista, puso su talento al servicio de nosotros para que nos animemos a transformarnos, a morir. Salud, compadre. Que vengan muchas novelas más.

martes, 1 de septiembre de 2015

Una muerte... en la Rosario Castellanos

En la Rosario Castellanos, Una muerte...

Pterocles Arenarius
El 1 de junio, se presentó la novela Una muerte inmejorable en la librería Rosario Castellanos de la colonia Condesa. Previamente el autor tuvo una pequeña odisea. Sale con el tiempo medidito. Hay que imprimir en un negocio de internet, porque su impresora no está muy bien. Por diversas razones en un establecimiento tienen problemas con la impresora y, este desprevenido pierde quince preciosos minutos esperando.


Pterocles, Borja.

Luego, en chinga en el metro hasta la estación Centro Médico del metro, pero antes hay que transbordar en Guerrero. Y el señorito se pasa de esa estación hasta Buenavista. Puta madre. Y ahí viene de regreso el viejo pendejo. Va tarde y todavía pierde otros diez minutos. Por fortuna el metro corre y llega a Centro Médico en donde el viejo iracundo, bufando de ira contra sí mismo, toma un taxi que, otra vez por fortuna en menos de diez minutos, lo deposita en la puerta de la librería Rosario Castellanos en donde el querido Jorge Borja ha empezado el acto charlando con la gente, cuenta anécdotas del autor ocurridas hace la friolera de treinta años. La charla es muy amena, Borja es un tipo de enorme simpatía, muy grata sencillez y un descomunal bagaje de conocimientos y unas tablas de muchos años en los asuntos de la literatura y la cultura en general. Media hora tarde. Qué desvergüenza, qué descuido. Llega el viejo escritor sin mayores aspavientos, sin agitarse, como si hubiera estado en tiempo y forma. Cínico. Se incorpora al presídium como si nada. Para acabarla de chingar, sabe Dios cómo empezó Borjita sin ser presentado, porque el viejo este trae su semblanza:
Jorge Arturo Borja López.

Borja es pantagruélico.

México DF, 1962. Licenciado en comunicación por la Universidad Autónoma Metropolitana. Guionista de televisión, trabajó al lado de Juan José Arreola y Antonio Alatorre en el programa Libros, autores y lectores, entre otros. Autor de los libros Campo de batalla, cuentos y De El Azteca a Madero, crónicas. Compilador de las colecciones de cuentos Que el tiempo lo decida y Sangre enamorada. Periodista, narrador, catedrático, cronista, erudito, bailarín prodigioso, Jorge Borja, que suele decir de sí mismo “Yo sólo soy un hombre débil, un espontáneo/ que nunca tomó en serio los sesos de su cráneo”, es autor de una novela titulada A media noche en ninguna parte que se mantiene inédita para desgracia de la literatura mexicana. Es sin duda, además, pantagruélico, esto significa que si usted lo invita a comer y beber resulta desaconsejable, porque le sale más barato vestirlo de charro.
Ocurre un estallido de risa, cuando la presentadora de la Editorial De Otro Tipo lee el texto, además de las carcajadas que ya había provocado Borja. Hay unas cincuenta personas. El autor de Una muerte inmejorable, ofrece una encarecida disculpa por el retardo y se justifica diciendo con gesto de gran seriedad, que hubo un complot organizado por el mal gobierno en su contra para hacerlo llegar tarde. Las risas no se dejan esperar, el señor este de barbas indudablemente marxistas debe estar loco, o se trata de un chiste; lee su texto: una diatriba contra el mal gobierno que puede leerse aparte de este reporte. Es un buen pretexto el hecho de que el telón de fondo de la novela es la circunstancia del momento en México. Hay unos diez amigos del viejo Pterocles.


Dos autores.

Toda la demás gente es desconocida. Se venden unos diez ejemplares y el autor recibe el cariño de la gente, los familiares y los amigos. Le toman fotos, le piden tomárselas con él. La gente le hace preguntas que le permiten buscarse más simpatías, más cariño de la gente. ¿El nombre Pterocles Arenarius es seudónimo o es verdadero? El viejo responde que es verdadero porque es seudónimo. Una jovencita pregunta cuánto tiempo le llevó escribir la novela. Entonces el viejo se suelta el pelo hablando de que empezó a escribir su novela en el año 2002, que la novela participó en un concurso en Guanajuato, y fracasó. Luego en otro, nacional, y fracasó. Luego en uno más, en España, y fracasó, se quedó en la orillita, como finalista. Hasta que por fin ganó el concurso convocado por la Editorial De Otro Tipo. Mucha terquedad y, finalmente, no menos amor a la literatura.
Es muy hermoso recibir el afecto, la consideración de la gente por hacer lo que uno ama, por sentirse querido como lo dijera García Márquez. Esto es un inmenso aliento para continuar, para refrendar la vieja idea de ser instrumento de la palabra.
Las presentaciones son como una fiesta de cumpleaños para un autor. Si salen bien, es decir, cuando se logra despertar el buen humor, desencadenar la risa y aflorar emociones, aquello se convierte en el paraíso. Es como enamorar a alguien. Es un acto de seducción. En el ambiente flota una dulce energía de sentimientos gratos. Ha cumplido el viejo escritor. Hay que escribir. Es una forma de dar amor.