viernes, 19 de diciembre de 2008

Matar a la gallina de los huevos de oro

In Naturalibus


Matar a la gallina de los huevos de oro
Pterocles Arenarius


En medio de augurios temibles nos aproximamos al final de otro año. La crisis que golpeó severamente a la economía más poderosa del mundo, aquí arriba de nosotros en varios sentidos de la palabra, terminó por dañar al sistema mexicano, a pesar de las optimistas declaraciones y de la presumida autodenominación de “nave de gran calado” para la economía de nuestro país.
En Estados Unidos brilla la esperanza cuando un negro ha ganado la presidencia de aquella república gracias a prometer que será un presidente cuyas políticas serán totalmente opuestas a las del saliente George W. Bush, invasor de países ex aliados y responsable de la catástrofe económica de su país. Cuando las cosas empiecen a recomponerse en EU provocará que también ocurra en México la recuperación. Pero para que esto ocurra habrán de pasar unos cuantos años.
Por lo pronto la circunstancia apunta a empeorar allá, del otro lado, y por consiguiente más grave aún será en México. Es decir, lo peor todavía no llega. El sentimiento más fuerte entre los mexicanos en este momento es de incertidumbre. A esto tenemos que agregarle la inseguridad derivada de la explosión delincuencial y la guerra entre narcotraficantes y entre grupos de éstos contra las fuerzas del gobierno.
La moral de los mexicanos no es buena. Entre la mayor parte de la gente hay inseguridad en el presente y desesperanza hacia el futuro. Es sensible la desconfianza en el gobierno que ha incumplido una por una todas sus promesas o peor, con frecuencia ha venido haciendo lo contrario de lo que prometió.
Una calamidad más, de la que casi nadie ha dicho algo, es la de las Administradoras de Fondos para el Retiro (Afores) que, en la terrible crisis norteamericana, han perdido alrededor del cuarenta por ciento de sus fondos. Es decir, los trabajadores mexicanos que ahorraron cien pesos, ya sólo tienen sesenta. Esta monstruosidad (entregar a bancos extranjeros el dinero para el retiro de los trabajadores mexicanos, para que lo pusieran a jugar en la bolsa) que fue señalada en su momento, hoy da los peores resultados posibles. Es un buen ejemplo de lo que puede pasar si se permite al gobierno privatizar el petróleo. Ante la premisa elemental de “Poner nuestra riqueza en manos extranjeras”, la conclusión no puede ser más desalentadora: “Nadie va a cuidar lo nuestro mejor que nosotros mismos”, a pesar de todo.
México está viviendo una cotidiana degradación en todos los órdenes. Las noticias alarmantes se suceden de tal suerte que la siguiente es peor y más atroz que la anterior.
Lamentablemente el actual gobierno ha reproducido los execrables vicios del régimen de un solo partido que supuestamente se había terminado con la llamada alternancia en el poder. Incluyendo en lo anterior las crisis económicas, aunque el actual gobierno diga que no tiene responsabilidad en la actual crisis.
Este gobierno está actuando tan desacomedida, tan torpe, tan irresponsablemente que el augurio indica el regreso del PRI, tan poderoso como en sus mejores tiempos. En otras palabras “¿Más vale pésimo por bien conocido que el mediocre que se está dando a conocer?”.
Así, el fin de año, la temporada navideña que para algunos nos resulta siempre deprimente, hoy acumula ingredientes devastadores para las personas que consideran que la felicidad navideña tiene que ver con el consumo, los regalos, las comilonas y el alcoholismo mal disfrazado.
Este, como ningún otro, es el momento en que debemos esmerarnos en apreciar que la verdadera dicha desde lo más simple, desde lo austero. Es el momento de volvernos como dicen los franciscanos: “Para vivir necesito poco y lo poco que necesito lo necesito poco”. Como establecen los budistas, el origen del dolor está en los deseos, si no deseamos no hay dolor. Como contraparte de esta época que ya ha hecho tradición de consumismo desmesurado.
“La gente es feliz pero no se da cuenta”, dice mi amigo el escritor Enrique Galván. Sostiene que para ser realmente feliz se requiere muy poco, sin embargo, hay gente que tiene mucho más de lo que necesita (“Nadie tiene derecho a lo superfluo/ mientras alguien carezca de lo estricto”, dice Díaz Mirón), pero estas personas se inventan sus desgracias y “sufren” por carencias creadas por los publicistas de la televisión y, sin duda, superfluas. Para ser realmente infeliz sostiene Galván tendríamos que haber pasado por una hambruna, una guerra, un campo de concentración o el secuestro y la tortura en manos ya sea de policías o bien de secuestradores, que suelen ser los mismos.
Que en las antípodas de las costumbres franciscanas se queden los Agustín Carstens, de quien han publicado los periódicos, gasta $3 000 pesos diarios aparte de su sueldo en comidas ―tres mil pesos del erario que pagamos todos aparte de su salario que, entre paréntesis es de 154 mil 375.93 pesos mensuales libres, sin contar otras compensaciones y bonos―. ¿Quién puede gastar tres mil pesos por día en comida? La imagen del secretario de Hacienda se explica con semejantes gastos en comida. Lo cual no evita que los tres mil pesos diarios sean un exceso, ¿o su sueldo no le alcanzará al señor Carstens para comer lo suficiente sin pedir esa compensación extra?
Por si lo anterior no fuera suficiente, Televisa lleva a cabo, como cada año, su acopio de dinero para construir un hospital que atienda a niños que sufren diferentes enfermedades que provocan que tengan “capacidades diferentes”. En su Teletón Carlos Loret de Mola casi llora al entrevistar a un niño de once años que no puede caminar por un grave defecto congénito en sus piernas. Los productores de Televisa tuvieron buen cuidado de grabar al niño antes de que Televisa lo tomara para hacerse publicidad. Arrastrándose, porque era la única manera en que podía desplazarse. Y Loret de Mola nos dice que el niño ni siquiera estaba registrado, es decir, oficialmente no existía. Y mucha gente llora, el niño llora y su mamá llora. Todos lloran porque Televisa es muy buena y es la única que tiene compasión por el niño que se arrastraba.
Pero lo que no nos dicen es que los ricos no están regalando nada, las aportaciones millonarias que hacen a Teletón son deducibles de impuestos. Y mucho menos nos dicen que la situación de miseria extrema para gran cantidad de mexicanos en la que es casi normal que haya niños como aquel, la provocan ellos. Sus patrones, Emilio Azcárraga Jean que pertenece al pequeñísimo grupo de superpotentados que se apropia de la riqueza de México de una manera que no ocurre en ningún otro país en el mundo. Y no está exento el propio Loret de Mola, que está al servicio de su patrón Azcárraga y de todos los inmensamente ricos que son sus cómplices y aliados. Ellos, los que han hecho de México una economía de compadres en la que nadie puede progresar porque los poderosos monopolios impiden lo que dicen defender: la libre competencia, el famoso laissez faire.
México se hunde en el pantano de su propia corrupción. Pero lo extraño es que no hubiera ocurrido antes, si al anterior presidente, el señor Fox, se le perdieron ―o al menos se niega a decir que pasó con el dinero― 300 mil millones de pesos que Pemex recibió extras por el sobreprecio del petróleo en el año 2005; si en México el servicio telefónico es el más caro del mundo. Los bancos; todos extranjeros, cobran las comisiones más altas del mundo por usar nuestro dinero para enriquecerse y aun así, insaciables, reciben alrededor de 30 mil millones de pesos al año del erario por el famoso Fobaproa. Si los líderes sindicales como el petrolero Romero Deschamps juegan millones de pesos a la ruleta en Las Vegas. Si los policías de alto nivel, como se está descubriendo, trabajan para el enemigo: los cárteles de la droga. Si el llamado crimen organizado ejecuta a un promedio de 20 personas por día, superando el número de muertes que ocurren en Irak, país ocupado militarmente por nuestro poderosísimo vecino del norte. Si los ahorros de los trabajadores están siendo arriesgados en un pozo sin fondo que es el juego de la bolsa de valores de Nueva York.
La desigualdad, la corrupción y el crimen organizado, son los tres más grandes problemas de México. Los tres están relacionados profundamente y no sabemos cuál es el que dio origen a los otros. El famoso caricaturista del periódico La Jornada que firma como Helguera ha hecho un cartón en el que se refiere al inmenso poder acumulado por el crimen organizado y afirma que casi gobierna a México. Y en el dibujo observamos que se refiere a los altos funcionarios de gobierno, líderes sindicales, magistrados de la Suprema Corte de Justicia, legisladores, etc.
Los sucesivos gobiernos de México, desde Díaz Ordaz hasta el actual, están logrando lo que en los tiempos del diazordazato parecía imposible: matar a la gallina de los huevos de oro.
Los simples ciudadanos que vivimos en medio de la catástrofe, sin embargo, tenemos la obligación de procurarnos la felicidad para nosotros mismos y para los que amamos. Hacer de este mundo paraíso, puesto que ya hay mucha gente ocupada en convertirlo en un infierno.
La prosperidad, que es sentirse completo y contento sin lo superfluo. La armonía interior que nos provoca el bienestar exterior. Y el buen humor de todo, por todo y para todo. Eso se desea a todo el mundo en esta época de fiestas decembrinas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Soldadera:
Aquí agradeciendo una vez más sus letras que contribuyen a hacer de éste un mundo mejor, porque con sus letras contribuye a devolverle a nuestro prójimo la humanidad que ha perdido en este mundo de consumo.