Pterocles
Arenarius
Monstruo. m. (…) 6. Persona que en cualquier actividad
excede en mucho las cualidades y aptitudes.
Diccionario de la Real
Academia de la Lengua Española
Una nación
que merezca así llamarse tiene que dar sus héroes en todos los ámbitos. Sus grandes
deportistas, peleadores, atletas, futbolistas, etc., y también sus artistas,
pintores, cantantes, bailarines, escritores; no menos sus hombres de ciencia. Se
los tiene que dar a sí misma porque si no lo hace no merecería que se la llame
nación. Entre paréntesis, la nación mexicana se dio a sí misma el regalo
descomunal —pero también y sin duda alguna
imprescindible, como que en eso le iba la existencia— de un extraordinario
líder que concretó en sí mismo todo lo que anhelaba la sociedad mexicana: un
político insólitamente honesto en un medio podrido por la corrupción; uno que
no mintiera, que fuera humilde incluso para, ya siendo presidente de la
República, traer una silla y subirse en ella y destrabar un pasador de herrería
en el Palacio Nacional, como un simple ser humano, uno que no se robara el
dinero del erario y que dijera a la sociedad y al mundo la verdad —incluyendo la
de sí mismo, al exhibirse prácticamente en un estado casi de vulnerabilidad,
sin protección ni escondrijos ante los periodistas, expuesto a que incluso, en
alguna ocasión, le hayan faltado al respeto— todos los días. Algunos llegamos a
creer que pasaría nuestra vida entera sin que pudiéramos ver semejante y tan grandioso
cambio en nuestro país. Pero los mexicanos supimos darnos ese líder. Ya saben
quién…
Estamos viviendo un momento de transición
histórica excepcional, si gustan podemos llamarla, como alguien ha propuesto,
la Cuarta Transformación. Y los mexicanos supimos otorgarnos semejante
privilegio. Pero además, muy merecidamente.
La
nación mexicana gestó en sí misma ese líder, pero no menos se ha dado muchos
otros grandes personajes en todos los ámbitos de la vida. Los seres
excepcionales, los genios quizá nacen siéndolo, pero tienen que mantenerse en
el seno de la sociedad sin malograrse, se tienen que pulir, formarse. O, por
decirlo de otra manera, también se hacen. Si ha habido un genio en la vida
social, cultural y del arte y el conocimiento en las artes y las humanidades en
los años recientes de la historia mexicana ese se llamó Carlos Monsiváis
Aceves.
Si
hacemos el intento de establecer el ámbito del conocimiento que cultivó
Monsiváis habrá que hablar de literatura, historia, política, sociología,
arquitectura, teoría del arte, crítica del mismo, historia del ídem, escultura, teatro, cine, danza,
periodismo, filosofía y muchas disciplinas más y en todas tenía conocimientos
especializados de alto nivel, pero, por si no fuera suficiente, en todas
aportaba nuevos conceptos, ideas innovadoras, con los puros saberes que
acumulaba era superior a casi cualquier especialista académico experto en una,
cualquiera de las materias enumeradas. Monsiváis sabía tanto como ellos, nomás
que él abarcaba decenas de disciplinas. Pero, más todavía, vivía fascinado por
las manifestaciones de la cultura popular. Lo mismo abordó en sus agudos, deslumbrantes
ensayos a José Alfredo Jiménez (Jose Al-Freud de los mexicanos) que a Juan
Gabriel, María Luisa Landín o Gloria Trevi o Pedro Infante o María Félix. Monsiváis
vivía fascinado por el pueblo, por la cultura de los de abajo, digamos por (algún
número de facetas) del México Profundo de que habló Guillermo Bonfil Batalla en
su histórico libro de ese nombre. Los grandes acontecimientos de la vida
nacional, como el terremoto del 85, el surgimiento ante la nación del Ejército
Zapatista de Liberación Nacional en el año 94, el gran fraude electoral de
Salinas de Gortari en el 88, todo acontecimiento de la vida nacional fue
abordado por Monsi.  | Año 1982 Premio Politécnico de Creación Literaria "Alaíde Foppa": Pterocles Arenarius |
Si
una nación se da sus héroes deportivos, Monsiváis, en el ámbito de la cultura
sería como si un solo deportista hubiera sido campeón mundial de boxeo,
futbolista estrella del mejor equipo del mundo, estrella de las grandes ligas
de beisbol, astro de futbol americano y campeón mundial de salto largo, carrera
de velocidad y también de resistencia y hasta récord mundial de natación. Todo al
mismo tiempo.
Una
broma que solía hacerse sobre él era la de que sólo le faltaba prologar la sección
amarilla del Directorio Telefónico. Todo el mundo quería un prólogo de
Monsiváis en su libro. Eso era garantía de que esa publicación era importante.
En
algún momento, luego del fraude del 88 Carlos Monsiváis sostuvo un duro debate
con Octavio Paz, el único premio nóbel mexicano de literatura, ambos
escribiendo para la revista Proceso, la de don Julio Scherer, es decir, la
mejor, la histórica, la que marcó un antes y un después en el periodismo
mexicano. Paz llegó a decir de Monsiváis que “No era un hombre de ideas, sino
de ocurrencias”. Pero las ocurrencias de Monsiváis eran geniales. Por su parte
Octavio Paz llegó a tener grandes ideas pero sucias e incluso repudiables acciones,
mientras Monsi fue siempre consecuente. Anotemos aquí que en su novela Nación Tv, el autor, Fabrizio Mejía
Madrid describe que el premio nóbel de literatura que recibió Octavio Paz le
fue “gestionado” (¿comprado?) por el entonces presidente Carlos Salinas de
Gortari. Si sólo hubiera sido propuesto por el ex presidente tan nefasto para México,
si bien sería insólito, no habría mayor extrañeza, pero después del premio, Paz
se convirtió en el gran defensor del salinismo y también un consentido del
régimen, esto es, el gran cacique de la literatura en México.
Tenemos
que decir algo que quizá a muchos les moleste. Octavio Paz fue sin duda alguna
un gran escritor, su poesía tiene momentos de la más grande altura literaria. Sus
ensayos son dechados de inteligencia y conocimiento. Sus opiniones políticas fueron
justas y liberales en algún momento. Pero todo eso no tiene nada que ver con
sus actos a partir de que se entregó, luego del gran fraude del 88, en manos de
Salinas de Gortari, un verdadero demonio del mal que llegó a ser presidente de México.
Octavio Paz demeritó su obra e incluso a sí mismo con sus actos viles de esos
tiempos. Y ya no corrigió. Jamás lo dijo explícitamente pero no es tan difícil
colegir que Paz no apreciaba al pueblo por no decir que lo despreciaba. En algún
momento llegó a decir que “El gobierno tiene la obligación de limitar la vida
social para no caer en los excesos de la democracia”. En cambio Carlos Mosiváis
se plantó en sus ideas, profundizó en ellas, obtuvo muchos más conceptos que
aportó y fue un intelectual del más alto nivel en el mundo y a la vez un hombre
que amó y admiró profundamente a su pueblo y a la cultura popular.
 | Carlos Monsiváis y los gatos |
Sabemos
que todos los domingos Monsiváis asistía a La Lagunilla a buscar objetos,
cacharros, antigüedades… Llegó a acumular más de 12 mil objetos de todo tipo. Carlos
Monsiváis fue el gran paradigma del intelectual y es único en su originalidad,
su prosa es exquisita, la ironía y el humor brillan en cada línea y el
extremado refinamiento de sus ideas (o si quieren de sus ocurrencias geniales;
no ha tenido símil en la historia de la literatura nacional. Como personaje, lo
vuelven singularísimo algunas de sus manías o aficiones extravagantes como la
de ser un acucioso coleccionista de objetos raros, juguetes, fotografías,
revistas antiguas, miniaturas, grabados, maquetas, estampas, viñetas, mapas y
planos de la ciudad y un sinnúmero de objetos de toda índole que hoy enriquecen
al Museo del Estanquillo Colecciones Carlos Monsiváis, que se encuentra en la
calle de Isabel la Católica número 26, casi esquina con la calle Francisco I.
Madero, en el precioso edificio de estilo rococó tardío, nombrado La Esmeralda,
porque ahí se alojó la famosa joyería de ese nombre en el siglo XIX. El museo
de El Estanquillo está bajo el cuidado de una fundación que administra Carlos
Slim y que, sin duda, el gran escritor condicionó la custodia de su acervo de
colecciones para que, ya en el museo, siempre fuera de acceso gratuito. En lo
que podríamos llamar el amor al pueblo incluso después de su muerte.
Otra
de las hazañas de Monsi fue su trabajo periodístico. Sus crónicas siempre
fueron insuperables. Monsiváis se convirtió en el máximo cronista mexicano,
tuvo además una columna maravillosa y temible para todos los políticos
deslenguados y corruptos. Esa fue Por mi
madre, Bohemios. Un espacio periodístico en donde aquellos ladrones
disfrazados de servidores públicos eran hechos trizas a punta de sarcasmos e
ironías de una finura sin par. La famosa columna era esperada cada semana con
temor por los políticos encumbrados y por las élites de la dirigencia del país.
En
síntesis, tenemos que decir que Carlos Monsiváis era un monstruo, en el mejor
sentido de la palabra, como se anota en el epígrafe de este texto.
Este
19 de junio cumplimos quince años de que México existe sin Carlos Monsiváis,
uno de los más grandes intelectuales que ha dado esta patria. Mucho de la histórica
victoria del 1 de julio de 2018 se debe a Monsiváis, quien entre otras cosas
dijo: “Desde Francisco I. Madero no había habido en México un político tan
atacado como López Obrador”. Imaginemos lo que diría en este momento, en que
cualquier reporterillo iletrado se atreve a faltarle al respeto al presidente y
cualquier periódico incapaz de vivir de sus ventas esté dedicado a atacarlo por
sistema.
Monsiváis
es uno más de los muchísimos hombres y mujeres muy grandes de la izquierda que
no llegaron a gozar de las grandes victorias del pueblo sobre el poder corrupto
de la oligarquía que se había entronizado desde casi un siglo atrás en el
poder. La gran victoria primero el 1 de julio de 2024 y después, para iniciar
el segundo piso de la Gran Revolución Pacífica que estamos impulsando, el 2 de
junio de 2024, para dar continuidad al formidable proyecto iniciado por Andrés
López Manuel López Obrador, por cierto, gran amigo de Carlos Monsiváis. |
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