lunes, 24 de septiembre de 2007

¿Por qué espurio?

¿Por qué espurio?

Pterocles Arenarius

Las cadenas monopolistas de los medios electrónicos de comunicación se han enfrascado en una campaña desproporcionada contra el poder legislativo.
Pero lo que pasa no es más que un ajuste de cuentas. Las televisoras cayeron en el juego que los propios políticos crearon: hacer de la televisión un monstruo todopoderoso.
Desde siempre la televisión ha sido un factor de poder, un medio al servicio del poder. Ambos se han retroalimentado por décadas. Pero el poder no es fiel, ni siquiera leal. El poder es despiadado e inamigable. Las televisoras, en la campaña electoral del 2006 y en las anteriores abusaron de todos los políticos, aun de los ganadores.
Los panistas, los priístas y los perredistas, todos mendigaban una entrevista, un espot, cualquier clase de aparición en los medios. Recordemos también el bestial linchamiento que hicieron con René Bejarano y con otros perredistas.
La televisión se convirtió en motivo fundamental del poder. Cualquier político, desde el presidente de la República hasta el más humilde diputado, tenía que inclinarse ante las televisoras si quería llegar a los cargos.
Felipe Calderón, en su primera magistratura aun espuria, tiene una deuda inmensa con la televisión: le fabricaron las encuestas en las que lo nombraban ganador, lo pusieron en el centro de los reflectores, le inventaron una carrera meteórica, lo volvieron un héroe, lo ungieron como el que empató y rebasó a Andrés Manuel falsamente y no sólo eso, se empeñaron con el alma, deshocicándose, por destruir a Andrés Manuel. Calderón le debe todo a la televisión.
Calderón es un enano, no sólo físicamente. Porque ni siquiera con la supuestamente invencible campaña en su favor desde la televisión y la guerra puerca en contra de Andrés Manuel, ni así pudo ganar. Se requirió el fraude in situ, los chacales-mapaches de Elba Esther robándose los votos e inventando otros.
Hoy las televisoras sienten que Calderón las ha defraudado porque el poder legislativo ha creado leyes para evitar que el poder dependa de la televisión. Y para defenderse se autonombran defensores de la libertad de expresión. Nunca habíamos visto a nadie que mintiera con tanto cinismo.
Las televisiones han sido los peores enemigos de la libre expresión. Ellos se han autocensurado, pero mucho más, ellos se han puesto al servicio del poder; ellos han censurado a todos los que se oponen al poder. Ellos han cometido crímenes al ocultar los crímenes del gobierno en el año 68, en el 71, en la guerra de exterminio del gobierno contra el movimiento armado guerrillero.
Los dueños y los ladramentiras de las televisoras no tienen madre. Pero tienen razón en el hecho de que un delincuente (electoral) como Felipe Calderón los haya traicionado. El berrinche de las televisoras es el grito furibundo del mafioso que ha sido traicionado por otro gángster, su cómplice que se ha quedado con el botín sin repartirlo a pesar del absoluto apoyo de la televisión al candidato chaparro, hoy presidente espurio.
Pero ni siquiera así, con el apoyo del duopolio televisivo ganaba el enano. Por último tuvieron que acudir al fraude cibernético, como lo demuestran las absurdas gráficas de resultados electorales que presentó el IFE. Y éste también se desacreditó y mucho más, se batió de mierda hasta las orejas.
Luis Carlos Ugalde traicionó al PRI, partido que nominalmente lo colocó como consejero presidente del IFE, pero Ugalde, por ser fiel (le debía la chamba) a Elba Esther Gordillo quien a su vez se sometió –por sus personalísimos intereses– a Fox y a Calderón, traicionando a su partido, el PRI, puso a su incondicional Ugalde al servicio del PAN.
A Calderón todos le cobran los favores hechos para hacerlo llegar al poder. Si este presidente paga todo lo que debe, prácticamente no queda nada. Por eso es justo llamarlo PELELE. Si hasta el secretario de Gobierno de Guanajuato dice que a él (o a ellos) debe Felipe la presidencia de la República, lo mismo que dice Luis Carlos Ugalde al afirmar que si lo destituyen sería admitir que hubo fraude electoral. Pero sostenerlo significaría lo mismo; lo mismo que dicen los empresarios que hicieron la guerra de mierda para ensuciar a Andrés Manuel; lo mismo dice Elba Esther; lo mismo dirá sin duda su cuñado Hildebrando, el que proporcionó el fraudulento software que asegurase la victoria de Calderón.
Todas las alzas de precios (tortilla, leche, huevo, gasolina, gas) que ha sufrido el pueblo son parte de las deudas que Calderón tuvo que pagar a los que lo ayudaron a llegar al poder. Y las que vienen.
¿Qué va a hacer el PELELE, si es que realmente deseaba resolver la situación desesperada de más de la mitad de los mexicanos que viven en la pobreza? Hasta el momento no ha podido hacer nada, si es que quería.
¿Podrá hacerlo en el futuro? No lo creemos. Ni siquiera si no tuviera tantos que le reclamaran y tantos que nos oponemos a sus ideas. Y nos oponemos porque el sistema que él aplicará es el mismo que ha empobrecido a México a lo largo de un cuarto de siglo. Lo que se requiere es una transformación radical.
Y Calderón no quiere transformaciones, él quiere más de lo mismo. Es decir, de cualquier manera fracasaría si los que le reclaman lo dejaran, no podría resolver los grandes problemas de México. Pero si arriba no lo dejan, porque les debe todo y abajo tampoco lo dejan, porque les robó todo. ¿Entonces qué va a hacer este sujeto?
Pues que haga lo que pueda, no se espera nada de él. Y más bien, lucharemos por que sea destituido. Felipe de Jesús Calderón Hinojosa no sirve para nada y además es presidente de México de manera espuria.

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