viernes, 5 de octubre de 2007

Baaba Maal en el FIC, visto por Pterocles

CRONICAJUATENSES

Baaba Maal, la fuerza de la prehistoria

Pterocles Arenarius

Tiene el nombre de un agente microbiológico que causara una extraña infección cutánea, se llama Baaba Maal. Las aes dobles no parecen cumplir función alguna porque ellos pronuncian Baba Mal. Son nueve senegaleses de un renegrido en su piel que no se distingue del carbón. Sin embargo se visten de tan multicolor manera que fatigan el espectro.
Tocaron, al principio, dos piezas casi melancólicas, como la tribu cuando se reúne alrededor del fuego y entonan piezas lentas que no dejaban de mostrar el innegable ritmo de los negros. De pronto aquello se vuelve la locura. Empiezan a sonar con fuerza los tambores, el sonido es selvático, es el despertar de la tribu, el ritmo adquiere velocidad desaforada inevitable de contagiosa.
Baaba Maal y su banda conducen a los espectadores de la Alhóndiga de Granaditas al movimiento, al ritmo enfebrecido, una liberación al ser enganchados por esa música. Bailar no era ridículo, lo era el que no se movía.
La ciencia sostiene que el hombre original apareció en África. Los ritmos de la banda de Baaba Maal nos hacen sentir que es cierto, su música es tan primitiva, prehistórica de tan pura que hace recordar que los placeres supremos en esta vida son los primarios, los que ejercen los hombres primitivos: el sexo, la comida. Los premios que madre natura otorga a sus hijos con tal que conserven la vida en el mundo.
Baaba Maal, su banda musical y sus dos bailarinas hacen que la música y la danza sean tan primitivas que es posible entender que tales sonidos, tales movimientos no pueden ser más que la actividad sexual (mal) disfrazada, es decir, más disfrutable, más prístina, más gozosa. La música es una sublimación espiritual que salva y satisface y enriquece las actividades que nos proveen de placeres animales.
Los supremos méritos de la banda radican en el virtuosismo de la ejecución musical, de que han incorporado su música tradicional africana, sin duda prehistórica, con ritmos modernos como el reggae, con un rock rayano entre el pop y el ácido, una fuerza interpretativa avasalladora, un amor entrañable por sus raíces y la entrega que los llevó tanto a bajar del escenario a revolverse entre el público como a subir al estrado a cuanto espectador quiso trepar.
Baaba Maal y su banda son conmovedores por las profundas raíces que nos recuerdan que allá en su tierra tiene el más remoto origen el viejo blues, abuelo del rock y tantas variantes e hibridaciones; el no menos vasto, promiscuo, en el mejor sentido de la palabra y creativo jazz y hasta los ritmos llamados afrolatinos. La gran música de este momento en el mundo, no es exagerado decir, tiene su más remoto origen en África.
Y la otra no menos grandiosa virtud de la banda es la de que también se han dado las alas para incursionar en el rock y las tendencias musicales más modernas del ámbito. Todo esto usando algunos de los instrumentos tradicionales de su patria y los de la música moderna.
Un detalle grave fue el hecho de que en el concierto maravilloso de Baaba Maal y su banda se fue la luz cuatro veces. Qué agresión. Qué sabotaje. Sin embargo, el ritmo de estos negros espléndidos, saturados de luz, vencieron ese atentado con creces.

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