martes, 1 de julio de 2008

Roña y furia en Guanajuato

Roña y furia en Guanajuato.

Pterocles Arenarius

Somos menos que pinches animales. Somos como perros callejeros. Roñosos. Rabiosos. Somos bien pedotes. Y también somos pachecos y también somos pancheros, ¿cuál es tu pedo, güey? Has de ser uno de esos putitos que vienen del Centro a conectar mota por aquí ¿verdá? Ah, chingá, cómo chingaos dices que no fumas mota. ¿Que quieres información? ‘Tas loco, cabrón, si aquí no hay nada, aquí no hay información desde el mes pasado que mataron al Moco. Eso sí salió en la Línea Roja, pinche Moco, por fin fue famoso, aunque su única foto se la tomaron acuchillado. Pero de ai en fuera aquí no hay ni madres. Mira, antier subió la tira y la bajamos con una pinche piedriza, pero nadie se dio cuenta, más que ellos y nosotros: órale, hijos de su puta madre, los bajamos a puros pinches piedrazos, mira, desde La Venada hasta El Carrizo. Hasta chillaron la sirena pa’pelar gallo en chinga, los traíamos vueltos madre. Bien chido. ¿Vas a mocharte con la guama?, órales, me late. Pero qué información quieres; como de qué, cabrón… Ah del punk… Pus yo soy punk, metalero, darketo no, porque ésos son putos. Sí me late mi greña pintada de morado. O verde. Una vez agarramos el pedo de bajar al Centro. Éramos una banda de ni tantos, unos treinta batos y serían quince morras. Na’más caminamos por el Centro, por el (templo de) San Diego y pasamos por el Jardín (de la Unión). No mames, la raza de allá del Centro estaba bien espantada. Es que aquí son bien mochos. No pos uno cree en Diosito, pero no es mocho. Es que la mota sí te hace sentir chido, es como la mano de Diosito. Pero no los pinches hipócritas de allá abajo. Todos íbamos de picos en la greña y de colores, las chiquitas enseñando buen cacho de las chichis, se dieron cuenta de que existimos, los culeros. Hacían fila pa’vernos, pero nos aventaron la chota… Guan mor taim… La tira es el enemigo. Nos hemos madreado siempre. Procuramos siempre romperles su pinche madre, a veces nos va a toda madre, pero muchas veces nos han dado tambo y buenas madrizas… No, cuando te apañan se manchan los hijos de su puta madre, te ponen unas putizas chidas… Grupo no hay. Hace un chingo de años estuvo el Actitud Positiva. Chingo a mi madre que así se llamaba. Bien locos. Grifos como el pinche Satanás. Cocos. Pelos rojos, azules y de picos. Pero hace un chingo, yo estaba muy morro. Hacían un pinche ruido que te dejaba medio pendejo. No mames, sería a la mejor en el Cervantino como del 87; no, yo estaba chavito, pero Actitud Positiva hizo un gran desmadre en (la Plaza de) Los Angeles, pero desmadre, me cai que toda la banda se puso a quemar mota y a chupar chemo al chilazo. El que menos estaba estaba bien pedísimo. ¿Y luego qué? No, pus el apañón. Ya no los dejaron. Desde Actitud Positiva ya no hay grupo acá. Sé que en León hubo y chance y haiga, también sé que en Irapuato y en Celaya, a principios de los noventas, hace un chingo de años, pero el punk ya está jodido, ya rifan otros pedos. Ya ni siquiera desfilamos como aquella vez… Qué, pus chúpale, o qué… Oye y ¿no traes un toque? (1)

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Bueno, mira, maestro, el punk tuvo su momento en Guanajuato, como en todas partes. De hecho, los punketos empezaron el rollo del grafiti. El grafiti lo usaron para, como los perros, limitar su cancha ¿no?, mira, güey, aquí mejor ni te metas porque éste es mi territorio. Pero las bandas pasadas de verga iban y les pintaban a los otros que les caían gordos. Ahora de repente unos se jalaron más para hacer algo cercano al arte, pero los tajadores, los herederos del punk, los eskatos, los metaleros, los trash, siguen usando el grafiti para chingar gente. Es una manera de decirle mmmooooocos a la gente bien. Es una manera de asumir la marginación y reforzarla, porque son chavos marginados y rebeldes, el gobierno ha hecho leyes para endurecer el castigo a los grafiteros, pero no escuelas y aunque las haga, los chavos no aprenden nada. Imagínate, y luego en Guanajuato. Está de la chingada. Son chavos que no van ni a la escuela y no tienen chamba. Y en este pueblito –que no me oigan los guanajuatenses, se remputan porque se le diga pueblito a su pueblito, aunque sea patrimonio de la humanidad– y en este pueblito, te digo, en donde no hay nada que hacer.
La banda chingona aquí en Guanajuato, te hablo de finales de los 80, eran Los Zorrillos. Tenían su base en el Cerro del Cuarto, pero llegó a haber Zorrillos en el Cerro de los Leones, en el Cerro del Gallo. El punk fue escaso aquí en la capital. Pero hubo morros que se clavaron en el punk y la sociedad guanajuatense, católica y mamona como ninguna, los veía como engendros del diablo. Los grupos aquí en Guanajuato fueron escasos. Sí, tengo idea que sí hubo un grupo llamado Actitud Positiva. Pero no levantaron en grande como los de León. Pus Guanajuato es la capital, pero todo lo importante, menos el Cervantino, pasa en León. Pero León es una ciudad bien fea –si acaso se salvan unas cuantas cuadras del centro– y bien culera como toda ciudad grande, además que tiene un clima espantoso. En cambio Guanajuato, todo lo contrario, es bonita y sabrosa, es una ciudad extraña, pareciera de otro país; y luego como hay un chingo de estudiantes y gringas, es más o menos fácil ligar y coger gratis. Las chavitas, como viven solas porque vienen de los municipios a estudiar a la Universidad, pues son bien ligeritas, se vuelven pedas y cogen a discreción, más o menos. Pero en León ni madres, allá sólo putas o algunos antros. Fíjate que en León vi algo que no sé si en México ya lo hagan. En una disco hacen un concurso: convocan a las parejas de chavos que van a bailar, a que muestren su postura sexual favorita, el premio es pomo gratis. Y los chavos, y chavas, claro, pasan a la pista y practican su postura favorita para coger, o alguna innovación, para ganar el concurso, claro, vestidos, pero de todos modos, no mames, yo estaba escandalizado. Que unos de a perrito correteado, que otros el sixtinain pero rodando, que aquellos la gaviota herida. Y estamos en la ciudad más mocha de México, ay cabrón. Pero, perdón, tú querías saber del punk. Fíjate que en el sur de la ciudad, te hablo de León, en la colonia Prevención Social dieron en usar unas instalaciones de una cementera abandonada que tenía su cancha de fut, ahí se metieron los punketos, era una banda que se llamaba Los caras dobles, te estoy hablando de principios de los noventas, porque acá el punk, como todo, llegó tardío. Pues ahí hicieron tocadas punketas. Pero cada toquín era un apañón. Sin pierde. Para empezar porque el terreno no era de ellos, para seguir que le jalaban a la yerba con singular entusiasmo y chupaban como para agotar las reservas mundiales de chínguere. Verás, una vez, en uno de esos apañones, la banda que no fue capturada ni alcanzó a escapar corriendo por las calles se metieron a la planta cementera y trataron de pelar gallo por unos ductos, serían de ventilación, o sepa la chingada, la onda es que se quedaron atorados. Salió en los periódicos. Estamos como en el 92 o 93. Tuvieron que rescatarlos los bomberos y recuerdo que a un güey tuvieron, de plano, que anestesiarlo ahí atrapado para poder sacarlo. Los Caras Dobles también hicieron toquines grandes en El Malecón que nada tiene de malecón, porque el río fue entubado hace muchos años. Fueron tocadas históricas para la ciudad, porque hubo madrazos cada vez, y no fueron unos cuantos conciertos, eran seguido, la banda era aguerrida; ya sabes, la tira, el corredero, detenciones, madrizas, en fin. (2)

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El bataco del punk es fundamental. El da el fondo. Pone la velocidad. Aunque ya casi no hay grupos de punk, pero acá en Guanajuato, menos, es el acelere y la desesperación. Es la locura. Quién chingaos había hecho el eslam antes, por ejemplo. Quién promovió el desorden social y el anarquismo. Quién la violencia en una puta sociedad que tiene más violencia, pero mal disfrazada en forma de intolerancia, en explotación, en racismo, en rechazo y marginación. Los punketos de Guanajuato fueron chavos que tenían consciencia, quizá demasiada consciencia. Su momento pasó, hoy son señores decentes, alguno hasta se avergüenza de su pasado y sus reventones. Otros siguen gustando de la música, pero ya son taxistas que mantienen familia, uno es ingeniero y, aunque ya no es el loco punketo de los 90, sigue haciendo que una cosita por aquí, que otra por allá y unos cuantos seguimos en el rol. Hubo, cómo no, un par que murieron. La realidad nos alcanzó y no digo que nos derrotó, pero aquellos fueron tiempos gloriosos, además éramos chavitititos. Seguimos en el rocanrol, pero también tienes que tragar, cabrón, entonces terminas tocando lo que caiga, hueseando, aunque tu amor haya sido el punk. Déjame decirte que los punketos de aquí éramos elitistas, no nos sentíamos de las bandas del pueblo, ni madres, nosotros éramos anarquistas y rocanroleros. Aspirábamos a crear una banda de rock respetable, queríamos escribir, pintar, hacer una revista. Casi todo quedó trunco. O bueno, pospuesto, porque aquí andamos. En Guanajuato está cabrón. Pero seguimos, seguimos haciendo lo nuestro y la sociedad, sin que desaparezcan los reductos ultracatólicos, elitistas y, no tienes idea de cuan cerrados, en este momento esos mismos grupos –de los que salen todos los presidentes municipales de este pueblo, todos, unos por el PRI, otros por el PAN y hasta por el PRD–, pero todos son de las elites guanajuatenses desde finales del siglo XIX. Es la buena sociedad, pues sin que se acaben esos cabrones, ya hay otros grupos que ellos no dominan y a los que hasta les tienen envidia. Pero antes hasta los intelectuales, Ibargüengoitia (al que no han perdonado por que los quemara), pertenecían o eran cooptados por esa gente.
El punk fue una culminación de uno de los miles de caminos que ha seguido el rock, música que cambió al mundo. El punk es el último extremo de dos de las grandes cualidades del rock, la intensidad y la velocidad, a veces –algunos dicen que siempre– en detrimento hasta de la música.
El bataco del punk, te decía, es, haz de cuenta, un simio, el que bajó de los árboles porque había aprendido a medir el tiempo, con todo su salvajismo, con su fuerza de bestia en descampado. Cuando aprendió a medir el tiempo hizo la música y la primera música fue algo muy parecido a un rock punk, aunque sin guitarras eléctricas, ¿no?
Para tocar punk en la bataca tienes que hacerlo encorvado para acumular energía, para explotar en los momentos del acelere dentro del acelere que es el punk; tienes que alinear los tres chacras básicos, los inferiores, los animales. De ahí surge el ritmo del infierno. De ahí avanzas hasta la orilla del abismo y, a güevo, te lanzas al abismo. El punk es la euforia y la destrucción. Porque este mundo es una mierda. Los gobiernos son la peor mierda. La libertad y las drogas, la velocidad, el acelere imprescindibles para vivir, si no ¿cómo?


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(1) El Rata del Cerro de los Leones. “Así, cabrón, así ponme, El Rata de Los Leones, al chile”.
(2) FPR, no es un grupo guerrillero, sino un avezado periodista estatal, sin arrepentimientos de su pasado punk, pero atrapado por los intereses que no le permiten dar más que sus iniciales.
(3) El Poncho, un joven y talentoso músico, estudiante de la Universidad de Guanajuato, en la facultad de música, Poncho, en su adolescencia fue uno de los bateristas notables del último coletazo del movimiento punk en el estado de Guanajuato.

1 comentario:

Acéfala dijo...

chingón guey, me gusta como escribes. Yo soy de esas que vino como niña ligera a Guanajuato y éstas historias no las conozco, además de que suelo andar con los hipócritas de abajo, pero de ninguna manera con los panistas, yunquistas, cristeros o providas...que el demonio me libre. poco menos hipócritas, europeos, gringos, estudiantes, intelectuales, no he podido librarme o ¿será mi mala educación de mierda burguesa que imparte la sep?. Espero leerte algo pronto, por lo pronto te envío:

www.rockdrigo.com.mx